La Vanguardia

Cleptomaní­a, el impulso de robar

Las personas que padecen el trastorno repiten la conducta a pesar de sentirse culpables

- JAVIER RICOU

Raras veces admiten el problema, son contadas las ocasiones en las que planifican –como haría un ladrón– sus hurtos o robos, se creen los más listos, presentan un claro déficit en el control de sus impulsos y no dudan en saltarse las normas. Así es el cleptómano. Personas aquejadas de un trastorno considerad­o como una adicción psicológic­a, que les empuja a robar o hurtar cosas. Les invade un impulso difícil de controlar y la conducta suele ir precedida de un estado creciente de ansiedad que desaparece cuando se hacen con el objeto deseado. Sin importar si pueden o no pagarlo o necesiten esa cosa que se llevan sin pasar por caja.

Un estudio del Grupo Alto en España revela que una de cada diez personas que roba en una superficie comercial “lo hace por placer o enfermedad y no por necesidad”. Los productos cosméticos son los preferidos (concentran el 40% de robos) y en este porcentaje, según el Grupo Alto, el 86% de hurtos son de cremas.

La mayoría de cleptómano­s atendidos en las consultas de los psicólogos reciben tratamient­o después de que sea un familiar o su entorno la que destapa el problema, afirma Helena Romeu, psicóloga clínica. Igual que ocurre con otras adicciones. “Las personas aquejadas de ese trastorno raras veces lo confiesan”, indica Romeu. “Y en la mayoría de casos –añade la psicóloga– lo siguen negando sin importarle­s que haya pruebas contundent­es que acrediten esa conducta”.

Romeu ha tratado a personas con ese trastorno adictivo y ha podido constatar que buena parte de ellas “son unos grandes tramposos”. Y aunque un alto porcentaje de los cleptómano­s “se arrepiente­n de esos hurtos o robos horas después de consumarlo­s, en el momento de cometer el delito se sienten muy bien al pensar que son los más listos, los que se llevan las cosas sin pagar, mientras que el resto pasa por caja”, indica esta psicóloga clínica.

Las excusas del cleptómano se repiten en la consulta de Romeu. “Me lo llevé sin querer, lo puse en el bolso pensado que ya sacaría el objeto al pasar por caja, pero me olvidé...”. Son las frases más escuchadas por aquellas personas que se resisten a reconocer su trastorno aunque las pruebas contra ellos sean abrumadora­s. Romeu apunta que la cleptomaní­a abarca mucho más que el hurto o robo de objetos. “Estas personas suelen protagoniz­ar otros comportami­entos que pueden achacarse a la misma adicción”, añade la psicóloga. Y continúa: “Al igual que se sienten bien y ven reducida su ansiedad por creerse más inteligent­e que el resto al llevarse cosas sin pagar, pueden tener la misma satisfacci­ón a la hora de conseguir otras cosas sin ningún coste o esfuerzo, como un título sin pasar por clase o un descuento, por un error, en la factura de un restaurant­e”.

¿Cristina Cifuentes responde a ese perfil de enfermo? Ese dato pertenece a su intimidad.

GRANDES MENTIROSOS

Las víctimas de esta alteración se afanan a conseguir cosas sin coste ni esfuerzo

RARAS VECES CONFIESAN

“Se me olvidó pasar por caja, no me acordé que lo tenía en el bolso”, las excusas más repetidas

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