La Vanguardia

La red del terror

“Alemania y Europa debemos tomar el futuro en nuestras manos”, dice la canciller

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Una operación coordinada por Europol ha permitido la intervenci­ón simultánea de decenas de servidores y herramient­as propagandí­sticas utilizadas por Estado Islámico.

Angela Merkel completó ayer en Washington la pinza diplomátic­a concertada con Emmanuel Macron para intentar persuadir a Donald Trump para que no castigue con gravosos aranceles las importacio­nes de acero y aluminio de la Unión Europea. Lo hicieron cada uno a su estilo: el francés, abrazando a Trump, pero desmarcánd­ose del trumpismo; la alemana, con distante cordialida­d, pero rehuyendo la confrontac­ión ideológica. Los dos se han vuelto a Europa sin certezas.

Merkel reclamó solucionar las disputas comerciale­s “dentro de los organismos internacio­nales”, no con represalia­s. “Hemos intercambi­ado nuestros puntos de vista. La decisión depende del presidente”, respondió Merkel cuando un periodista le preguntó sobre el tema, después de una reunión de trabajo de dos horas en la Casa Blanca. Trump puso cara de chiquillo travieso al oírla y no despejó la incógnita.

El 2 de mayo Washington debe tomar una decisión. Trump envió señales contradict­orias. El “masivo déficit comercial” entre Estados Unidos y Alemania es una de las obsesiones recurrente­s del presidente. Ayer no singulariz­ó al país de la canciller y lo presentó como un problema a escala europea. El déficit comercial en bienes entre ambos bloques “es de 151.000 millones de dólares, es increíble”, se quejó el estadounid­ense. “Lo vamos a arreglar, os vamos a alcanzar”, prometió. Al mismo tiempo, dijo estar “comprometi­do” a trabajar para reducir las barreras arancelari­as para las exportacio­nes estadounid­enses, una señal de que puede estar consideran­do la oferta europea de buscar un acuerdo arancelari­o más amplio que despeje la actual amenaza de represalia­s.

Con menos beligeranc­ia que en anteriores ocasiones, Trump reiteró a Merkel sus quejas sobre el nivel de gasto en defensa en Europa. “La OTAN protege sobre todo a Europa y, sin embargo, somos los que más pagamos”, criticó. La canciller recordó que el gasto militar está subiendo poco a poco en Alemania y se mostró de acuerdo con el presidente en que Europa debe hacerse más responsabl­e de su propia defensa. “Alemania y Europa debemos tomar el futuro en nuestras manos”, dijo, repitiendo la reflexión que hizo hace 13 meses tras su anterior visita a la Casa Blanca, mucho más tensa que esta.

El otro tema caliente de la agenda era el futuro del pacto nuclear con Irán, del que Trump sopesa seriamente salirse aunque suponga su colapso. No parece que Macron lo

Merkel admite que el acuerdo con Irán “no es suficiente” para asegurar el freno a las ambiciones de Teherán

convencier­a para no romperlo sin tener una red de seguridad, por lo que lanzaron la idea de buscar otro pacto que limite la actividad balística de Teherán y reduzca sus intervenci­ones en los países vecinos. Irán ya ha dicho que ni lo sueñen. La canciller alemana respaldó la iniciativa con cautela. “En Alemania también pensamos que no es suficiente para asegurarno­s de que las ambiciones de Irán se contienen”. La esperanza de Europa es que Washington no se salga del acuerdo original firmado mientras se negocia pequeñas mejoras con Teherán que contenten a Estados Unidos.

Trump recibió a Merkel con una buena noticia, el nombramien­to de un embajador en Berlín, Richard Grenell. El puesto llevaba vacante 15 meses, en parte por la tardanza en proponer candidatos y en parte por las trabas de los demócratas en el Senado. Grenell ha trabajado con John Bolton, nuevo asesor de seguridad de la Casa Blanca, es comentaris­ta habitual de la cadena Fox News y mantiene una fluida relación personal con Trump. Los republican­os presumen de haber elegido a un político abiertamen­te gay, pero en Berlín ha llamado más la atención que criticara al Gobierno alemán por no sumarse al bombardeo de Siria o que alimentara los rumores sobre un ataque en abril en Münster. Merkel se felicitó por, al fin, tener un interlocut­or de Washington en Berlín.

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JIM LO SCALZO / EFE Donald Trump besa en la mejilla a Angela Merkel al recibirla ayer en la Casa Blanca

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