La Vanguardia

EE.UU. se cuelga la medalla de la distensión entre las dos Coreas

La comunidad internacio­nal aplaude la cumbre aunque con tono de prudencia

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Una catarata de elogios, aunque también con un tono de precaución, llegó ayer de todas las capitales del planeta ante la jornada histórica en Panmunjon.

“Están pasando cosas positivas, pero sólo el tiempo lo dirá”, tuiteaba Donald Trump. El presidente de Estados Unidos, que en el último año ha intercambi­ado amenazas nucleares e insultos personales con Kim Jong Un, se propone dejar todo eso atrás y reunirse en las próximas semanas –no hay todavía fecha ni lugar convenido– con el líder norcoreano. Será la primera vez que dos mandatario­s en activo de ambos países se reúnan.

Pese al tono de prudencia, Trump colgó en Twitter varios mensajes eufóricos. “¡La guerra coreana va a acabar! EE.UU., y todo su gran pueblo, deberían estar muy orgullosos de lo que está ocurriendo hoy en Corea”, dijo.

La Administra­ción Trump dice que ha sido la campaña de “máxima presión” liderada por EE.UU., con sanciones y amenazas militares, lo que ha llevado a Kim a la mesa de negociació­n. Una interpreta­ción que disputan muchos analistas, que señalan que si bien las sanciones han dañado al régimen, Kim se ve ahora con fuerza para negociar tras los éxitos logrados en el desarrollo de misiles nucleares capaces de alcanzar EE.UU. Por eso ven difícil que renuncie del todo a la capacidad nuclear.

Trump, sin embargo, se mostró ayer optimista y seguro. “No creo que esté jugando... Nunca se había llegado tan lejos, tal entusiasmo por su parte para llegar a un acuerdo”, subrayó en una rueda de prensa en la Casa Blanca.

El presidente aseguró que no se dejará manipular por el líder norcoreano. “Espero que podamos alcanzar un acuerdo. Si no lo logramos, no pasa nada”, dijo Trump, que precisó que dos o tres lugares están siendo barajados para acoger la reunión con Kim, que debería celebrarse a finales de mayo o principios de junio.

También su nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, aplaudió lo que calificó de paso decisivo para la desnuclear­ización de la península coreana, pero dijo que es sólo un paso y que EE.UU. no aflojará su “campaña de presión”.

Pompeo, que a principios de mes viajó en secreto a Pyongyang para encontrars­e con Kim, dijo que tuvo la impresión que el líder norcoreano va en serio y quiere un acuerdo. “La presión económica liderada por el presidente Trump le ha llevado a convencers­e de que le conviene sentarse a la mesa”, declaró Pompeo desde Bruselas, donde asistía a una reunión ministeria­l de la OTAN.

El secretario general de la organizaci­ón, Jens Stoltenber­g, subrayó que la cumbre de Panmunjon es un “primer paso muy importante” pero dijo que hay que mantener las sanciones “hasta que veamos un cambio real”.

China, el principal aliado de Corea del Norte, aplaudió “el coraje” de Kim y el presidente surcoreano, Mun Jae In, y subrayó que seguirá implicada en la búsqueda de soluciones políticas. Pekín teme quedar fuera de juego si se produce el deshielo entre las dos Coreas y un acercamien­to entre Pyongyang y Washington.

También Rusia aplaudió las “noticias muy positivas” y subrayó que está dispuesta a trabajar para favorecer la cooperació­n entre el Norte y el Sur, y mencionó los sectores del transporte ferroviari­o o la energía.

Shinzo Abe, primer ministro de Japón –otra potencia regional enfrentada a Pyongyang–, vio en la cumbre “un paso positivo”, si bien subrayó que espera que Corea del Norte dé pasos concretos para cumplir sus promesas.

“Están pasando cosas positivas, pero el tiempo lo dirá”, tuitea Trump, que presume de haber llevado a Kim a la mesa

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HANDOUT / REUTERS Los presidente­s Kim y Mun plantan un árbol en Panmunjon

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