El lector expone
El bullicio nocturno de los jóvenes, cuestión de educación
Cuando era una cría, mis padres se pasaban el día diciéndome “no chilles”, “baja el volumen”, “¿qué quieres, quedarte sorda o qué?”. Ahora ya soy adulta, y soy yo la que dice estas mismas palabras a mis hijos, porque no quiero molestar a nadie con música alta, gritos o similar. Y qué lástima que no todo el mundo tenga este pensamiento.
Mi hermana vive en una calle del Eixample de Barcelona donde de jueves a domingo es prácticamente imposible dormir toda la noche. La pobre tiene la mala costumbre de ir a trabajar los viernes y los sábados, pero claro, va dormida a todos lados gracias al bullicio que montan todas las noches los chicos que no han tenido unos padres como los nuestros, y que utilizan la calle (sobre todo ahora que ya ha llegado el buen tiempo) para reír, hablar o bailar. Por eso, hago un llamamiento (en voz baja, entiéndanme) para que la gente eduque a sus hijos.
Mi hermana solamente quiere dormir, no oír Despacito, Cómeme el donut (otro día hablaremos de las mieles de las expresiones de estas canciones) o los mejores éxitos del reaggeton toda la noche. No le interesan en absoluto las conversaciones de los jóvenes, sus líos, sus fotos, sus likes y otras historias.
Solamente quiere dormir. No es tan difícil. Y ella no grita.
MÓNICA ABAD LARA
Tiana