La Vanguardia

El presidente del Supremo subraya que el fallo puede ser recurrido y corregido

Lesmes afirma que los jueces examinaron “minuciosam­ente” las pruebas

- JOSÉ MARÍA BRUNET

La sentencia de la Audiencia de Navarra contra los cinco integrante­s de La Manada, y las reacciones que ha suscitado, han puesto a prueba a la cúpula del Poder Judicial y en general a toda la magistratu­ra, como pudo comprobars­e a lo largo de la jornada de ayer. Mientras lo que saltaba a la calle y a las redes sociales era la indignació­n y la protesta, desde los ámbitos judiciales se trató de contrapone­r a estos mensajes otros que, sin negar el derecho de crítica a las resolucion­es judiciales, resaltaran los valores de un sistema garantista en el que las sentencias dictadas por un tribunal en primera instancia pueden ser recurridas y corregidas.

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces, estudió inicialmen­te la oportunida­d de efectuar una declaració­n institucio­nal, que al final quedó en manos de su presidente, Carlos Lesmes. El presidente del consejo, que lo es también del Supremo, defiende en su declaració­n a los magistrado­s que han dictado la controvert­ida sentencia, pero al propio tiempo subraya que la justicia no ha dicho sobre este caso su última palabra. Claramente, el comunicado busca abrir un espacio para la reflexión colectiva sobre la sentencia y, más ampliament­e, sobre la regulación de los delitos contra la libertad sexual, pero tratando de poner freno a las críticas que entrañen descalific­aciones o ataques personales a los jueces del caso.

Lesmes afirma en su declaració­n que el tribunal de Pamplona “ha valorado minuciosam­ente todos los elementos de prueba aportados por las partes de acuerdo con lo establecid­o en la ley y de conformida­d con la jurisprude­ncia que resulta de aplicación”. El presidente del CGPJ subraya que “estos son los únicos criterios a los que están sometidos los jueces”. Y añade que todo ello debe defenderse “sin perjuicio de las posibles discrepanc­ias que puedan existir” sobre los hechos y su calificaci­ón jurídica, que “pueden y deben hacerse valer a través del sistema de recursos establecid­o en nuestro ordenamien­to jurídico”.

La declaració­n razona que todas las decisiones judiciales están sometidas a “la crítica pública” en un marco de “libertad de expresión” que debe respetarse. Pero advierte que, “cuando las críticas consisten en descalific­aciones emanadas de personas que ostentan responsabi­lidades públicas, se compromete gravemente la confianza que nuestro sistema de justicia merece de los ciudadanos”. Añade que la Constituci­ón establece “una justicia impartida por jueces y magistrado­s profesiona­les, independie­ntes e imparciale­s”, y son estos “el más importante baluarte para la protección y defensa de las víctimas”.

La declaració­n de Lesmes trató de buscar un común denominado­r que evitara la dispersión de mensajes del Poder Judicial. Los vocales Carmen Llombart y Juan Manuel Fernández efectuaron manifestac­iones similares a las de Lesmes. Las asociacion­es judiciales y de la Fiscalía no lanzaron comunicado­s. La opinión dominante en ellas es que la respuesta a la sentencia ha sido desproporc­ionada y que el problema no reside en la necesidad de reformas legales, sino en los criterios de interpreta­ción de la ley y de las pruebas existentes en cada caso, que deben examinarse con rigor.

Las asociacion­es de jueces creen que las críticas efectuadas a la sentencia han sido desproporc­ionadas

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JESUS DIGES / EFE Un aspecto de la concentrac­ión ayer frente al Palacio de Justicia de Navarra, donde se hizo pública el jueves la sentencia de La Manada

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