Europa deja respirar a las abejas
Los insecticidas neonicotinoides quedan prohibidos en todos los cultivos exteriores
Las abejas han ganado una importante batalla. Europa las deja respirar. Los gobiernos respaldaron ayer la propuesta de la Comisión Europea (CE) de prohibir el uso de tres insecticidas neonicotinoides en todos los cultivos (menos en invernaderos), por el peligro que representan para las abejas de la miel y los polinizadores silvestres. Los representantes de 16 países votaron a favor de la prohibición tras meses de discrepancias. Diversas organizaciones sociales llevaban años reclamando mayor protección para las abejas, clave en la polinización y en el sistema alimentario.
Los estados miembros han avalado el plan del comité de plantas de la CE que abogaba por incrementar las restricciones que ya existían desde el 2013 sobre tres sustancias concretas: clotianidina, imidacloprid y tiametoxam. El futuro de estos productos quedó sentenciado cuando la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) confirmó en febrero que la mayoría de los usos de estas tres sustancias son un riesgo para las abejas de la miel.
“La Comisión había propuesto estas medidas hace meses sobre la base de información científica de la EFSA. La salud de las abejas sigue siendo de capital importancia dado que está relacionada con la biodiversidad, la producción de alimentos y el medio ambiente”, explicó el comisario de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis. Las restricciones entrarán en vigor a finales de año
Ésta ha sido una nueva vuelta de tuerca a las prohibiciones establecidas en el 2013. Ahora se trata de una prohibición total de su uso en cultivos exteriores, mientras que hasta ahora regían muchas excepciones (en cereales de invierno o la remolacha, y se permitían para los cultivos considerados no atractivos para las abejas o determinadas fumigaciones fuera de la época de la floración...).
A partir de ahora los tres neonicotinoides sólo podrán ser utilizados en invernaderos permanentes en los que teóricamente las abejas no están expuestas, según la CE. No obstante, algunos expertos destacan que los invernaderos no están cerrados del todo (hay agujeros y circulan los lixiviados de agua bajo tierra) y por lo tanto no pueden impedir que las abejas entren en contacto con estos insecticidas. La propuesta obtuvo una amplia mayoría, aunque cuatro países se opusieron a la prohibición y ocho se abstuvieron. España votó finalmente a favor. Los otros países que apoyaron el veto fueron Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido, los Países Bajos, Austria, Suecia, Grecia, Portugal, Irlanda, Eslovenia, Estonia, Chipre, Luxemburgo y Malta, que representan el 76,1% de la población de la UE.
Greenpeace, que el pasado martes arrojó 20 kilos de abejas muertas frente al Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente para pedir a la ministra Isabel García Tejerina que respaldara la propuesta de la CE, celebró que finalmente España votara la prohibición.
El uso de las sustancias ahora restringidas sólo se permitirá en los invernaderos permanentes
España vota también a favor del veto después de la campaña de las organizaciones conservacionistas
“Esta decisión es un paso fundamental hacia un modelo de agricultura sostenible, pero no se puede quedar aquí. Es importante que lo antes posible se publique el Plan de Acción Nacional para la Protección de los Polinizadores y se trabaje en serio en el fomento de la agricultura ecológica”, indicó Luis Ferreirim, responsable de la campaña de agricultura de Greenpeace España.
Las organizaciones ecologistas señalan que muchos otros insecticidas son una amenaza para las abejas. Su temor es que estas medidas pueda implicar simplemente un reemplazo de unas sustancias químicas por otras que están permitidas y que pueden ser igual de peligrosas. Por eso, para evitar este riesgo, han pedido prohibir todos los neonicotinoides.
El uso de insecticidas neonicotinoides se ha relacionado con el síndrome de despoblamiento de las colmenas que sufren las abejas. Los expertos creen que el empleo de los insecticidas es uno de los factores más relevantes en el declive de la especie Apis mellifera. El problema se produce cuando las plantas crecen y las abejas que acuden a libar en la flor para recoger el néctar o el polen resultan intoxicadas. Así, ven atacado su sistema nervioso, pierden la orientación, no pueden regresar a las colmenas y sufren parálisis e incluso la muerte.