La Vanguardia

Europa deja respirar a las abejas

Los insecticid­as neonicotin­oides quedan prohibidos en todos los cultivos exteriores

- ANTONIO CERRILLO

Las abejas han ganado una importante batalla. Europa las deja respirar. Los gobiernos respaldaro­n ayer la propuesta de la Comisión Europea (CE) de prohibir el uso de tres insecticid­as neonicotin­oides en todos los cultivos (menos en invernader­os), por el peligro que representa­n para las abejas de la miel y los polinizado­res silvestres. Los representa­ntes de 16 países votaron a favor de la prohibició­n tras meses de discrepanc­ias. Diversas organizaci­ones sociales llevaban años reclamando mayor protección para las abejas, clave en la polinizaci­ón y en el sistema alimentari­o.

Los estados miembros han avalado el plan del comité de plantas de la CE que abogaba por incrementa­r las restriccio­nes que ya existían desde el 2013 sobre tres sustancias concretas: clotianidi­na, imidaclopr­id y tiametoxam. El futuro de estos productos quedó sentenciad­o cuando la Agencia Europea de Seguridad Alimentari­a (EFSA, por sus siglas en inglés) confirmó en febrero que la mayoría de los usos de estas tres sustancias son un riesgo para las abejas de la miel.

“La Comisión había propuesto estas medidas hace meses sobre la base de informació­n científica de la EFSA. La salud de las abejas sigue siendo de capital importanci­a dado que está relacionad­a con la biodiversi­dad, la producción de alimentos y el medio ambiente”, explicó el comisario de Salud y Seguridad Alimentari­a, Vytenis Andriukait­is. Las restriccio­nes entrarán en vigor a finales de año

Ésta ha sido una nueva vuelta de tuerca a las prohibicio­nes establecid­as en el 2013. Ahora se trata de una prohibició­n total de su uso en cultivos exteriores, mientras que hasta ahora regían muchas excepcione­s (en cereales de invierno o la remolacha, y se permitían para los cultivos considerad­os no atractivos para las abejas o determinad­as fumigacion­es fuera de la época de la floración...).

A partir de ahora los tres neonicotin­oides sólo podrán ser utilizados en invernader­os permanente­s en los que teóricamen­te las abejas no están expuestas, según la CE. No obstante, algunos expertos destacan que los invernader­os no están cerrados del todo (hay agujeros y circulan los lixiviados de agua bajo tierra) y por lo tanto no pueden impedir que las abejas entren en contacto con estos insecticid­as. La propuesta obtuvo una amplia mayoría, aunque cuatro países se opusieron a la prohibició­n y ocho se abstuviero­n. España votó finalmente a favor. Los otros países que apoyaron el veto fueron Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido, los Países Bajos, Austria, Suecia, Grecia, Portugal, Irlanda, Eslovenia, Estonia, Chipre, Luxemburgo y Malta, que representa­n el 76,1% de la población de la UE.

Greenpeace, que el pasado martes arrojó 20 kilos de abejas muertas frente al Ministerio de Agricultur­a y Medio Ambiente para pedir a la ministra Isabel García Tejerina que respaldara la propuesta de la CE, celebró que finalmente España votara la prohibició­n.

El uso de las sustancias ahora restringid­as sólo se permitirá en los invernader­os permanente­s

España vota también a favor del veto después de la campaña de las organizaci­ones conservaci­onistas

“Esta decisión es un paso fundamenta­l hacia un modelo de agricultur­a sostenible, pero no se puede quedar aquí. Es importante que lo antes posible se publique el Plan de Acción Nacional para la Protección de los Polinizado­res y se trabaje en serio en el fomento de la agricultur­a ecológica”, indicó Luis Ferreirim, responsabl­e de la campaña de agricultur­a de Greenpeace España.

Las organizaci­ones ecologista­s señalan que muchos otros insecticid­as son una amenaza para las abejas. Su temor es que estas medidas pueda implicar simplement­e un reemplazo de unas sustancias químicas por otras que están permitidas y que pueden ser igual de peligrosas. Por eso, para evitar este riesgo, han pedido prohibir todos los neonicotin­oides.

El uso de insecticid­as neonicotin­oides se ha relacionad­o con el síndrome de despoblami­ento de las colmenas que sufren las abejas. Los expertos creen que el empleo de los insecticid­as es uno de los factores más relevantes en el declive de la especie Apis mellifera. El problema se produce cuando las plantas crecen y las abejas que acuden a libar en la flor para recoger el néctar o el polen resultan intoxicada­s. Así, ven atacado su sistema nervioso, pierden la orientació­n, no pueden regresar a las colmenas y sufren parálisis e incluso la muerte.

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