Ha sido el PNV
Las pensiones subirán este año un 1,6%, como los precios. Lo mismo ocurrirá en el 2019. Las pensiones vuelven a estar vinculadas a la inflación. Esa era una de las razones por las cuales mucha gente mayor se había manifestado en las últimas semanas. La subida es la consecuencia de un pacto para salvar los presupuestos del Estado. Y supone la congelación de la reforma de estas prestaciones, en la que el PP había venido trabajando desde el 2013. O al menos su aplazamiento hasta dentro de cinco años. Un tiempo que en política es una eternidad.
La reforma de los sistemas públicos de pensiones es uno de los grandes ajustes en los que se ha implicado el capitalismo occidental desde el cambio de siglo. Hay que hacer memoria. En los años ochenta y noventa las expectativas colectivas de las opiniones públicas estaban teñidas de optimismo. Todos pensaban que el tiempo hacía subir los salarios. Que las pensiones se comportaban igual. Que los hijos siempre acababan por vivir mejor que los padres. Que con los años todos iban a trabajar menos... No era el nirvana. Pero sí algo muy parecido a la felicidad material que el sistema había prometido durante años. A partir de los 2000 eso empezó a cambiar. Bien porque las economías occidentales comenzaron a perder velocidad, bien porque la globalización financiera fijaba otro tipo de prioridades. Sea lo que fuera, de repente, el sistema ya no estaba en condiciones de dar a toda esa gente lo que durante medio siglo le había garantizado…
La culminación de ese asalto al paraíso capitalista fueron las políticas de austeridad, aplicadas después de la crisis financiera del 2008. En el caso de España, la reforma de las pensiones (su rebaja mediante la aplicación del llamado factor de sostenibilidad, que se deja ahora para el 2023) era el precio que pagar por una transición demográfica acelerada y el deterioro del mercado de trabajo, incapaz de sostener con sus aportaciones el aumento de la factura de las pensiones. Hay un montón de razones para argumentar contra esos cálculos. Como también las hay para defenderlos. Todo depende del tipo de políticas que se quieran practicar y del modelo de sociedad por el que se apuesta.
Pero lo mejor de la subida de las pensiones de esta semana es la ligereza con la que se ha materializado. El saber que la primera gran ruptura con las políticas de austeridad practicadas en España en la última década obedece a la necesidad de supervivencia política del gobierno. Ni es resultado de un debate en el pacto de Toledo ni de escuchar a los que se han manifestado en la calle. Ha sido el PNV. Y en eso el PNV ha sido hábil. Ha actualizado el mensaje de que es la más social de las derechas del Estado (no hay nada como tener hacienda propia para acostumbrarse a la generosidad social). Contenta con ello a su clientela, que está entre las más envejecidas de todo el territorio. Y sacrifica en el indiscutible altar de las prestaciones sociales el compromiso público adquirido contra el 155 en Catalunya. Qué tíos...
Ruptura con las políticas de austeridad: las pensiones vuelven a subir con la inflación