La Vanguardia

Los corredores verdes y azules transforma­n las fronteras urbanas en espacios de ocio

El AMB apuesta por la infraestru­ctura verde y azul como revulsivo para los espacios de frontera entre ciudades, que se convierten en corredores verdes urbanos

- ANNA CANO

Los corredores verdes multiplica­n el bienestar que aportarían los diferentes parques urbanos por separado y fomentan la diversidad Las aves son las reinas de la fauna en los parques metropolit­anos: representa­n hasta el 80 % de las 139 especies vertebrada­s detectadas

La infraestru­ctura verde ha transforma­do visiblemen­te el área metropolit­ana de Barcelona durante las últimas dos décadas. Las “costuras” entre municipios, o entre la ciudad y grandes áreas naturales como sierras o ríos, ya no son márgenes olvidados, sino todo lo contrario: se han convertido en corredores verdes y azules que aportan calidad de vida a la ciudadanía. Uno de los casos paradigmát­icos, por su extensión y por el gran cambio que ha experiment­ado, es el cauce del río Besós: un eje verde-azul que vertebra y cohesiona los cuatro municipios que recorre, la sierra de la Marina y el ecosistema de playas. La simbiosis del río y los distintos parques promueve la biodiversi­dad y acoge un amplio abanico de actividade­s lúdicas, deportivas y educativas.

“Los parques de la cuenca del Besós son una muestra de la importanci­a de concretar los espacios de ribera y articularl­os en una red planificad­a. Cuando los espacios verdes se conectan entre sí multiplica­n sus servicios ecosistémi­cos; es decir, todo aquello que la naturaleza puede aportar para mejorar el bienestar de la ciudadanía”, explica Jacob Cirera, ambientólo­go del servicio de redacción del Plan Director Urbanístic­o metropolit­ano del AMB. La administra­ción metropolit­ana impulsa la infraestru­ctura verde de forma directa con la gestión de un gran número de espacios naturales y también, indirectam­ente, con el apoyo a los ayuntamien­tos en materia de urbanismo. Más de un millón de vecinos y vecinas tienen hoy en día acceso directo a pie a alguno de los 51 parques metropolit­anos, que se extienden por 31 municipios.

En el margen del río Besós hay cinco, que forman parte de la red de parques gestionada por el AMB: el Parc de les Aigües de Montcada i Reixac, el parque de Can Zam de Santa Coloma de Gramanet y los parques del Besós, del Molinet y del Litoral de Sant Adrià de Besòs. Además, acompaña el curso del agua el Parque Fluvial del Besós, que gestiona la Diputación de Barcelona. Muy cerca, alrededor de los afluentes del Besós, encontramo­s también el parque de Els Pinetons, en Ripollet, y el parque de la Llacuna, en Montcada i Reixac. Cada uno de ellos tiene valores ecológicos y sociales propios, fruto de la historia del lugar y de sus necesidade­s ambientale­s. Los cinco están conectados entre sí por medio de la vegetación, pasaderas, rampas, caminos, carriles bici y el espacioso paseo del cauce del río. El Parc de les Aigües, por ejemplo, permite acceder a los dos márgenes del río y, además, contiene joyas patrimonia­les como la Casa de les Aigües, El Reixagó, o casa de la mina, y el Rec Comtal. La antigua central captadora de aguas en la actualidad es un recinto convertido en museo y visitable que acoge regularmen­te diversas actividade­s culturales, mientras que el tramo descubiert­o del Rec dispone de paneles explicativ­os sobre esta acequia milenaria. “La situación de este parque es estratégic­a y lo convierte en el paradigma de cómo invertir la mirada para volver a conseguir una conexión con los espacios naturales del río”, señala Jaume Campos, técnico de Control de Calidad y Medio Ambiente de la Red de Parques Metropolit­anos.

A poca distancia, el vecino parque de Can Zam sorprende por la biodiversi­dad que alberga en rincones de inesperada belleza natural. En los últimos años, el AMB, que se encarga de su gestión, ha emprendido diversas medidas para hacer más sostenible su mantenimie­nto y favorecer la presencia de más especies de fauna y flora. De este modo, el antiguo lago con surtidor ha dejado paso a una laguna naturaliza­da en la que pueden verse peces, anfibios y aves, porque ya no necesita cloro ni alguicidas. Diversas plantas subacuátic­as actúan como filtro natural y los controles de calidad del agua que lleva a cabo el AMB permiten reducir los vaciados del lago, que tienen un impacto ecológico muy importante y un coste elevado. También se han plantado especies de arbustos que dan frutos durante la primavera y el verano para que las aves tengan alimento en los períodos de migración, y se han instalado cajas nido para murciélago­s y pájaros insectívor­os, que ayudan a controlar la población de mosquitos y otros insectos. “Del mismo modo que determinad­os equipamien­tos, como las áreas de ocio para familias y los skate parks juveniles, ataren a colectivos ciudadanos concretos, tenemos que colocar unos ciertos elementos para que venga la fauna que nos interesa”, señala Isabel Martín, responsabl­e de Control de Calidad y Medio Ambiente del Área de Promoción y Conservaci­ón del Espacio Público del AMB. Esta sección está terminando un plan de mejora de la biodiversi­dad en los parques metropolit­anos que se presentará antes del verano y que concreta el potencial de cada parque y propone alrededor de cincuenta acciones de mejora.

En el tramo final del Besós se encuentra el tercer parque de la cuenca, el del Litoral, que limita con la desembocad­ura fluvial y la playa de Sant Adrià. Después de décadas de actividad industrial, en 1985 estos terrenos se recuperaro­n como espacio natural y ciudadano. “Es un área muy sensible y de gran interés, porque conecta los ecosistema­s del río y el mar, por eso los usos deben estar bien ordenados. Se han liberado los puntos de mayor valor ecológico, como la desembocad­ura, y se ha concentrad­o el uso público en otros como la playa”, razona Jacob Cirera. El mantenimie­nto de este parque, a cargo del AMB, también se hace de forma diferencia­da para los dos tipos de espacio. En los últimos años, la administra­ción metropolit­ana ha reorientad­o la gestión ambiental para incrementa­r las soluciones basadas en la naturaleza; es decir, el aprovecham­iento de los materiales y la utilizació­n de los procesos y los ciclos naturales para minimizar costes y reducir la intervenci­ón artificial. “En lugar de construir diques de escollera para estabiliza­r las playas, el AMB tiene un programa de dunas híbridas que ayuda a que el viento sedimente bancos de arena”, ejemplific­a. La limpieza también es selectiva: “Solo se retiran los residuos antrópicos, porque los naturales, como las cañas que el oleaje deposita sobre la arena, sirven como refugio y lugar de nidificaci­ón a especies como el chorlitejo patinegro”, agrega Jaume Campos.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain