El otro Can Pitarra
Un matrimonio francés proyecta en la olvidada masía que tenía Frederic Soler en Cervelló un hotel y un restaurante con encanto
Yoann Orfeuvre trabajó en la ONU y también se ha dedicado a perseguir el blanqueo de capitales, pero este ingeniero informático de 40 años es ahora, sobre todo, un enamorado del padre del teatro catalán, Frederic Soler Pitarra. Y eso que no lo conocía hasta que hace dos años compró junto a su mujer Marie-Estelle (42) Mas Pitarra, la masía que el dramaturgo tuvo en Cervelló y que ha estado abandonada durante medio siglo. Han previsto allí un hotel y un restaurante, un proyecto que comienza a tomar forma justo cuando acaba de cerrar el mítico restaurante Can Pitarra de Barcelona. Una casualidad, aunque en esta historia hay más de una.
“Me parece increíble que cierre el restaurante de la calle Avinyó”, dice Yoann incrédulo en su propiedad, que visita de tanto en tanto, porque sigue viviendo en Francia. Lo afirma serio, plantado delante de un balcón con un forjado rematado por un dragón y una rosa. Le produce pena que la vieja relojería y casa del autor vaya a ser un pub irlandés. “Pitarra forma parte de la historia de Catalunya. ¡Tiene una estatua en la Rambla!”, exclama.“Aquí también se hacían comidas y muchas tertulias. Todo el jardín se llenaba de mesas”, añade mientras recorre un espacio inmortalizado en fotos del siglo XIX que obran en su poder. Ya entonces estaba el Sant Jordi de azulejos que sobrevive al paso del tiempo en un extremo.
Yoann y Marie-Estelle tienen previsto iniciar las obras de reforma del otro Can Pitarra, el suyo, en septiembre y trasladarse allí en junio del 2019 con sus hijas Alix, de 12 años, y Rose, de 2, porque también será su nueva casa. “Cuando nació Alix nos comenzamos a plantear muchas cosas, que queríamos cambiar de vida, que nos gustaría tener un pequeño hotel y un restaurante. Mi mujer siempre ha estado vinculada al sector... Y siempre nos había gustado Catalunya”, continúa Yoann dejando atrás los majestuosos capiteles de la finca, varias ventanas de arco de medio punto y un ciervo de piedra grabado en la fachada por encima de un dintel…
Entra en la vieja bodega donde descansan enormes toneles. “No es sólo la finca. Es a quien perteneció”, manifiesta Yoann entusiasmado. Y eso que su encuentro con Pitarra fue fruto de la casualidad, obra de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Yoann y Maria-Estelle tenían casi comprado un antiguo colegio en la calle del Carme, muy cerca de la Rambla, para hacer allí su cambio de vida. “Pero las licencias en el centro de la ciudad fueron congeladas”, dice en referencia a la moratoria hotelera del gobierno de Colau. Eso provocó que comenzaran a buscar una alternativa en el entorno más inmediato de la ciudad hasta que, a través una página web sobre fincas abandonadas que administran casualmente unos vecinos de Cervelló, dieron con Mas Pitarra, la rectoría de la iglesia de Santa Maria de Cervelló (siglo XI) que el dramaturgo compró y amplió en el siglo XIX. “Hay pocos hoteles en toda esta área. Pensamos en el turismo de negocios, en personas que quieren venir a Barcelona pero no alojarse en el centro, aunque sí cerca y en medio de la naturaleza”, manifiesta Yoann. “La cúpula es magnífica”, añade observando con cierto orgullo al rematado de la torre, cubierta con cerámica vidriada.
Este futuro hotelero desconoce quién estuvo detrás de la reforma, si bien en el mismo municipio hay varios proyectos de Antoni M. Gallissà. “Es difícil de entender que haya gente que no conozca a Pitarra”, continúa Yoann, que atesora varios de sus libros, de sus libretas, fotografías .... “Es un símbolo… ¡Y es nuestra nueva vida!”, sentencia.
La moratoria hotelera de Colau frustró un proyecto de la pareja en el Raval y acabaron en el Baix Llobregat