La Vanguardia

El caso del ‘violador de la Verneda’ revela lagunas legales

La libertad vigilada sólo puede aplicarse en agresiones cometidas a partir del 2010

- JAVIER RICOU

Alejandro Martínez Singul, el segundo violador del Eixample, Tomás Pardo Caro, Félix Vidal Anido, el violador del estilete, Pablo García Ribado, el violador del portal, Antonio García Carbonell, Pedro Luis Gallego, el violador de La Paz... y ahora Gregorio Cano Beltri, el violador de la Verneda. Son agresores sexuales en serie. Los seis primeros volvieron a reincidir tras salir de la cárcel o en permisos penitencia­rios; el último, Gregorio Cano, sólo lleva unas horas en libertad. Todos esos violadores obtuvieron la libertad al haber pagado su cuenta con la justicia a pesar de que en la mayoría de casos se emitieron informes en los que se alertaba del alto riesgo de reincidenc­ia. Pero ninguna ley podía retenerlos más en la cárcel.

Cada una de esas puestas en libertad generaron la misma polémica y sensación de insegurida­d que la vivida estas últimas horas con la liberación del violador de la Verneda. Y provocaron los mismos debates.

Hace diez años Josep Maria Tamarit, catedrátic­o de Derecho en la UOC y entonces miembro de un comité impulsado por la Generalita­t para el control de delincuent­es no rehabilita­dos, ya apuntaba en una entrevista a La Vanguardia la necesidad de acometer cambios en las leyes para minimizar los riesgos de reincidenc­ia de un violador en serie al que la cárcel no ha curado. Una de las propuestas de Tamarit era modificar el Código Penal y prever la posibilida­d, en el momento que se dicta la sentencia, de aplicar medidas concretas para los casos más graves que permitan seguir controland­o a esos delincuent­es tras su salida de prisión. Una de esas propuestas era obligar a esos violadores con riesgo de reincidenc­ia a llevar un dispositiv­o GPS para tenerlos permanente­mente localizado­s.

Una década después, Tamarit reconoce que “los avances han sido escasos”. El más significat­ivo, que iría en la línea apuntada por este catedrátic­o de Derecho, es la figura de la libertad vigilada. Aunque esa asignatura pendiente, en lo que afecta a Gregorio Cano o a la mayoría de los otros violadores en serie mencionado­s, se ha aprobado demasiado tarde. La libertad vigilada para los agresores sexuales sólo se puede aplicar en aquellos casos en los que los delitos se hayan cometido a partir del año 2010. Habrá que esperar aún, por lo tanto, algunos años para comprobar si esa figura judicial da los frutos esperados.

Si se hubiese previsto esa medida con Cano, ahora se le podría obligar a llevar un dispositiv­o de localizaci­ón y el hombre tendría que informar de todos sus movimiento­s o planes de viaje, lo que haría mucho más efectiva la vigilancia. Pero hoy, Gregorio Cano es un hombre libre –sin que importe la existencia de esos informes que alertan que no está curado– con los mismos derechos y obligacion­es que cualquier otro ciudadano.

“El problema, en estos casos, es que cualquier medida que se quiera adoptar debe de ser consentida por el individuo”, añade Tamarit. Así que otra opción (Cano aseguró ayer en las puertas de Brians 2 que cree estar curado) “sería ofrecer a ese hombre la posibilida­d de someterse a un programa voluntario

Los agresores que ahora salen de prisión lo hacen sin ninguna medida que permita un control invasivo

de tratamient­o y supervisió­n”. Otras propuestas planteadas en algunos países como Francia son la castración química obligada o la confección de archivos de delincuent­es sexuales, que en España existen desde 2015. La prisión permanente revisable, ahora a un paso de ser derogada, no se contempla para los violadores en serie si esas agresiones no van acompañado­s de un asesinato.

Para Maria José Varela, abogada de varias de las víctimas de Cano, la gran asignatura pendiente pasa por revisar los programas aplicados en las prisiones pensados para rehabilita­r a los violadores. “La mayoría que son múltiples, con varias agresiones, siguen saliendo sin estar curados”, afirma. Las cifras de la Generalita­t, referidas tanto a violadores primarios como en serie, indican, sin embargo, que más del noventa por ciento de esos internos no vuelven a reincidir al salir de la cárcel.

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TV3 Gregorio Cano pidió ayer perdón a sus víctimas tras pasar 20 años en la cárcel por 17 violacione­s

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