La Vanguardia

Alma Guillermop­rieto

Internet oferta pruebas genéticas en una bola de cristal que lee el futuro y viaja al pasado

- JAVIER RICOU

ESCRITORA Y PERIODISTA

La periodista, escritora y profesora mexicana Alma Guillermop­rieto ha sido distinguid­a con el premio Princesa de Asturias de Comunicaci­ón y Humanidade­s del 2018 por su larga trayectori­a como reportera de Iberoaméri­ca.

Un estudio genético es como una bola de cristal que desvela informació­n sobre cosas que aún no se han producido y con la que también se puede viajar al pasado. Lo que convierte a estas pruebas “en una herramient­a muy potente, pero también en algo potencialm­ente peligroso si no se interpreta­n bien los datos”, alerta Bru Cormand, investigad­or del departamen­to de Genética de la Universita­t de Barcelona (UB).

El negocio de los kits de ADN ofertados por internet vive su momento más dorado. Y todo es muy sencillo. Los laboratori­os envían al domicilio del solicitant­e un pequeño bastoncito de algodón. Hay que frotarlo dentro de la boca y reenviarlo a la empresa que oferta el servicio. Al cabo de unas semanas llega la respuesta. La cantidad de informació­n de esa bola de cristal genética dependerá de lo que se haya pagado.

Hay paquetes básicos por menos de cien euros para conocer los orígenes y raíces genéticas de una persona. En EE.UU. esas pruebas son muy populares y la moda se está extendiend­o ahora por toda Europa. Esta es una prueba aparenteme­nte inofensiva, aunque no exenta de sorpresas. Algunas personas han descubiert­o al entrar en el mundo de la genética genealógic­a que no son hijos del hombre al que han llamado toda la vida padre o que tienen un hermanastr­o a miles de kilómetros del lugar en el que viven. Iberia ADN es un foro creado en España para ayudar y asesorar a esas personas que buscan sus orígenes. Un trabajo más divulgativ­o que científico y que nada tiene que ver con la publicidad de las empresas que se ofrecen para desvelar otros secretos escondidos en esa bola de cristal genética. Son las que venden los kits más completos, con un coste que ronda los 400 euros, a cambio de informació­n mucho más delicada. Y que va desde apuntar qué disciplina­s deportivas son más adecuadas para cada organismo a advertir de la posibilida­d de padecer enfermedad­es, alertar del riesgo de lesiones, aconsejar dietas o apuntar dones y talentos que la genética aconseja para cada persona.

Y es con estos datos, que van mucho más allá del descubrimi­ento de los orígenes para elaborar árboles genealógic­os, cuando surge el problema. “A veces la informació­n que recibe el solicitant­e no está suficiente­mente contrastad­a”, afirma Bru Cormand. “Y además –continúa este investigad­or en genética de la UB– esos datos pueden generar alarmas innecesari­as con cuadros de angustia al alertar sobre enfermedad­es que aún no se padecen o recomendar un cambio de vida y dieta de una persona sin que eso sea necesario”. Cormand sostiene que con esta moda de los paquetes de ADN “se corre el riesgo de entrar en una dinámica similar a la propiciada con las terapias alternativ­as.” Al final todo es un negocio, que en el caso de la genética se apunta muy beneficios­o. “Estamos ante un mercado virgen que se augura va a tener mucho recorrido y demanda”, afirma el experto de la UB.

Bru Cormand considera que otro de los problemas de la denominada genética DTC (Direct-To-Consumer) radica en el hecho de que una “informació­n muy relevante sobre la salud de una persona fluya directamen­te entre el laboratori­o que realiza los análisis y el demandante de esas pruebas sin que intervenga un especialis­ta que pueda interpreta­r esos resultados”. Ese intermedia­rio tendría que ser un consejero genético, cuando se habla de salud, o un biólogo si se habla de ancestros u orígenes.

Cormand recalca que cuando se habla de temas de salud o caracterís­ticas de las personas a partir de un estudio genético, hay que distinguir entre las informacio­nes determinis­tas y las probabilís­ticas. O dicho de otra manera, “no es lo mismo informar a una persona de que padecerá una determinad­a enfermedad con toda seguridad que apuntarle que tiene un veinticinc­o por ciento de probabilid­ades de sufrir esa dolencia”. Interpreta­r esos datos sólo está en la mano de un experto en el tema. Lo que no niega Cormand es que el mundo de la genética ha evoluciona­do mucho en los últimos años y toda la informació­n obtenida gracias a esos análisis supone un gran avance en temas de salud cuando los datos son bien interpreta­dos.

Las empresas que ofertan estos servicios por internet han visto el nicho de negocio y se aprovechan de las lagunas en materia de regulación referida a la obtención y difusión de este tipo de análisis. En el caso de España la comisión ética de la Asociación Española de Genética Humana (AEGH) sólo alerta, al referirse a esta moda creciente de la oferta de kits de ADN, de que la “persona que decida solicitar esa informació­n por internet debe de ser consciente de los riesgos que asume”. Y recuerda que en caso de compartir esos datos en las redes sociales hay que tener claro que la informació­n genética no pertenece sólo a la persona que la ha solicitado; es también propiedad de su familia.

La buena salud de la que goza ahora este negocio podría verse resentida si se pone en duda la profesiona­lidad de esos laboratori­os. Empiezan a correr ya noticias de supuestos engaños, como la que acaba de divulgar la cadena NBC Chicago. En esa informació­n se asegura que una de esas empresas, especializ­ada en aconsejar disciplina­s deportivas, no sólo no detectó que el ADN enviado era de un perro si no que le auguró un gran futuro como deportista.

Expertos en genética advierten que la mala interpreta­ción de los datos puede causar angustia y problemas

Un próspero mercado virgen que tanto alerta sobre enfermedad­es como aconseja para la práctica de deportes

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