Asombrosamente excelente
DONALD Trump es un caso único de lo que Jean-Jacques Rousseau llamaba “el amor propio”, el afán de reconocimiento del cuerpo social. En el caso del presidente de Estados Unidos, como escribe el filósofo Aaron James, “llama la atención con el propósito de elevar su posición a los ojos de los demás, y por ello se propone demostrar sin descanso que es ‘el más grande’, ‘el mejor’, ‘el que tiene el pulso más firme’ para poder alimentar y acrecentar su estimación propia”. Pero esta necesidad de autoestima ha llegado al punto de dictarle a su médico el informe de su salud, según acaba de denunciar Harold Bornstein, que durante 36 años fue su médico de cabecera. El parte fue redactado durante la campaña electoral y en cuatro párrafos se acumulaban tantos calificativos sobre su vitalidad que parecía más un joven héroe de Marvel que un empresario inmobiliario en la tercera edad. Expresiones como “su fortaleza física y su resistencia son extraordinarias”, “goza de una salud asombrosamente excelente” o incluso “si es elegido puedo asegurar sin equivocación que el señor Trump será el individuo más sano elegido nunca para la presidencia” sorprenden en el texto, si no fuera porque los redactó el interesado sin ninguna prueba que pudiera certificarlo.
¿Por qué Bornstein ha hecho estas revelaciones? No parece que haya sido por remordimiento, sino más bien por despecho al no haber seguido siendo su médico en la Casa Blanca. Las grandes exclusivas periodísticas tienen siempre el origen en una persona despechada. Y la obsesión de Trump por parecer Superman no es baladí, porque le sirvió para atacar a Hillary Clinton por su frágil salud durante la campaña electoral. En cualquier caso, la noticia no ha sorprendido demasiado a la opinión pública.
En el contador de mentiras de Trump en The Washington Post, esta supera el número tres mil.
Línea y seguimos para bingo.