Alemania promete mano dura para acelerar la deportación de migrantes
Para la socialcristiana CSU bávara, el partido socio histórico de la democristiana CDU de la canciller Angela Merkel, la cuestión migratoria es capital, pues afronta elecciones regionales en Baviera el próximo otoño. Por ello, en las trabajosas negociaciones con Merkel y los socialdemócratas para formar el actual Gobierno de gran coalición de Alemania, exigió –y obtuvo– el Ministerio del Interior, un lugar fundamental para controlar ese área.
Ayer en Berlín, su titular, Horst Seehofer, advirtió de que se procederá con firmeza ante los solicitantes de asilo con la solicitud rechazada que se resistan a la deportación. Al tiempo, el ministro Seehofer justificó el operativo policial organizado de buena mañana en un albergue de refugiados, después de que 150 residentes impidieran violentamente, cuatro días antes, la deportación de un joven togolés. Reaccionar con violencia a una orden de expulsión es “una bofetada en la cara al Estado de derecho alemán”, valoró Horst Seehofer.
La policía alemana intervino con contundencia en un centro de refugiados de Ellwangen (land de Baden-Württemberg, en el sudoeste del país), donde el pasado lunes 150 residentes habían obstaculizado con violencia la expulsión de un togolés de 23 años. Temprano por la mañana, “varios cientos de policías” acudieron ayer al centro, y esta vez sí lograron llevarse al joven destinado a la deportación, y varios otros migrantes africanos en similar situación, según informó en rueda de prensa la policía local.
A las pocas horas, el ministro Seehofer abundaba en Berlín en sus objetivos de acabar con la inmigración ilegal en Alemania, agilizar los trámites de asilo, y deportar lo antes posible a los solicitantes cuya petición ha sido rechazada. “En el pacto de coalición está fijado ese objetivo”, insistió el ministro del Interior, para quien las tres formaciones que integran el Ejecutivo –la CDU, la CSU y el socialdemócrata SPD– coinciden en que no debe repetirse la situación vivida en el 2015, cuando Alemania recibió una cifra récord de refugiados al abrirles Merkel las fronteras.
Desde ese año y hasta mediados del 2018, llegaron a Alemania 1,3 millones de solicitantes de asilo y, según el ministro, corresponde al Gobierno abordar ya la tarea de deportar a quienes no reúnen los requisitos para recibir asilo. “Resistirse a una orden de expulsión es poner en peligro la seguridad de otros residentes y también de los vecinos de la población afectada”, remachó.
Horst Seehofer, de 68 años, asumió la cartera de Interior tras dejar la presidencia de Baviera –su sucesor, Markus Söder, de 51 años, será el candidato de la CSU en las elecciones del 14 de octubre–, porque los socialcristianos querían controlar ese Ministerio crucial para la cuestión migratoria, después de haber perdido votos en su territorio bávaro en las elecciones generales del pasado 24 de septiembre. Los beneficiados de esa pérdida fueron los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD), que manejan un agresivo discurso antiinmigración y antiislam. La AfD incluso ha acusado a Seehofer de “copiarles” el programa. Ante los comicios del próximo octubre, hay gran temor en la CSU a que esa fuga de votos hacia la ultraderecha se consolide.
Seehofer justifica una operación policial en un albergue cuyos residentes bloquearon la expulsión de un joven