El bloque anti-Erdogan deja fuera a los nacionalistas kurdos
Los republicanos del CHP se alían con tres partidos de derechas
Todos contra Erdogan. Cuatro partidos turcos se han conjurado para los comicios parlamentario del próximo 24 de junio, aprovechando el cambio legal que autoriza las coaliciones preelectorales. Entre ellos está el principal partido de la oposición, el republicano CHP, que hace causa común con el recién creado Buen Partido, de la derechista Meral Aksener, así como dos fuerzas históricas –ahora extraparlamentarias–, el islamista Partido de la Felicidad y el neoliberal Partido Demócrata.
En su acuerdo de mínimos, los enemigos de Erdogan abogan por el respeto a la división de poderes y por rectificar el actual giro hacia un sistema presidencialista. La coalición no es extensiva a las elecciones presidenciales, que se celebrarán el mismo día, aunque se sobreentiende que el candidato que consiga pasar a la segunda vuelta recibirá el apoyo de los demás contra Erdogan, al que ninguna encuesta otorga ahora mismo un triunfo en la primera vuelta.
La coalición opositora deja clamorosamente fuera a los mayores antagonistas de Erdogan –los kurdos del HDP–, a la postre tercera fuerza en el Parlamento. El HDP reveló anteayer que su cosecretario general, Selahattin Demirtas, será su candidato a la presidencia. Se da la circunstancia de que Demirtas se encuentra en prisión preventiva desde finales del 2016, como otros seis diputados kurdos. Unos meses antes, el CHP había apoyado la ley que permitía levantar su inmunidad.
El bloque anti-Erdogan provoca desasosiego entre los kurdos, un 20% de la población, cuyos votos ni siquiera cortejan. Aksener fue ministra del Interior en el gobierno del islamista Erbakan –mentor de Erdogan–. El Partido Demócrata acogió en su día los restos del naufragio de los derechistas Demirel y Çiller. Durante estos gobiernos, en los noventa, los periodistas kurdos no temían ser encarcelados, sino asesinados. El Partido de la Felicidad, por su parte, presenta al que fuera alcalde islamista de Sivas cuando la agitación contra Salman Rushdie culminó allí con la muerte entre llamas de decenas de jóvenes alevíes.
Teniendo en cuenta que el adelanto de las elecciones –antes previstas para noviembre de 2019– tiene que ver con la internacionalización de la cuestión kurda y el paseo militar del ejército turco y sus aliados en Afrin –además de los nuevos retos que asoman en Siria y el recalentamiento de la economía–, el feo a los kurdos de Turquía es llamativo.
La mudanza a un sistema presidencialista fue aprobada hace un año en referéndum por muy escaso margen. En cualquier caso, la unión de cuatro fuerzas políticas puede galvanizar a algunos votantes, en un país que de todos modos está polarizado. Y servirá para que no se pierdan muchos votos, ya que sigue en vigor la barrera del 10% de sufragios para entrar en el Parlamento que los militares impusieron en los ochenta.
El CHP, por su parte, anunciará hoy su candidato a las presidenciales. Su secretario general, Kemal Kiliçdaroglu, ha manifestado que los jefes de partido no deberían concurrir a la jefatura del Estado, lo que legitima al CHP para optar por un candidato con más gancho, que según varios medios turcos será su antiguo rival Muharrem Ince, más joven.
La oposición coincide en que la celebración de elecciones bajo el estado de excepción sería un fraude. Mientras que las asociaciones de prensa piden una amnistía para los más de cien periodistas actualmente entre rejas. La gran mayoría se encuentra en prisión preventiva, aunque anteayer se dictaron nuevas sentencias de tres a nueve años de cárcel para redactores y directivos del diario Zaman, que fuera propiedad del predicador y presunto golpista Fethullah Gülen.
La oposición se coaliga en torno a la división de poderes y el rechazo al presidencialismo