Una manera de hacer las cosas
Era a mediados del año 1988, cuando desde el Ayuntamiento de Barcelona y de manera directa por encargo expreso de su alcalde, el señor Pasqual Maragall y del entonces teniente de alcalde, el señor Francesc Raventós, creyeron que era importante para Barcelona la construcción de una estrategia –un relato a medio plazo– para la ciudad. Un relato que facilitara una posición más internacional y orientara al desarrollo económico y social de la ciudad. En aquellas fechas la pregunta principal era: “¿Y después del 92, qué?” Para asumir este reto pensaron en la personalidad de Francesc Santacana.
Desde entonces fueron más de 25 años, durante los cuales Francesc condujo aquel encargo inicial hasta convertirlo en un verdadero referente en materia de la planificación estratégica urbana todavía vigente. En aquellas fechas eran muy pocas las ciudades que lo habían hecho: se hablaba de algún caso en Estados Unidos y de contadas experiencias en Europa. Hoy en día se puede decir que Barcelona ha sido y es objeto de innumerables referencias para otras ciudades. La innovación que representó en cuanto a desarrollo urbano ha sido razón de estudio para investigadores en materia de la dinámica y el desarrollo de las ciudades y, a la vez, de iniciativas de nuevos planes estratégicos en muchas ciudades del mundo.
En este sentido, es de destacar el impulso que ha aportado el plan estratégico de Barcelona como promotor de redes internacionales de ciudades, en materia de la planificación estratégica y progreso de las ciudades, entendidas estas como centros neurálgicos del desarrollo económico y social de los territorios.
Hablar del perfil, de la profesionalidad y de la trayectoria de Francesc Santacana puede abordarse perfectamente a partir de la misma evolución que tuvo el plan estratégico y de cómo este se fue construyendo, un proceso que es sin duda expresión y ejemplo claro de su manera de hacer. Con la distancia del tiempo transcurrido, pero sobre todo con la proximidad que representó para mí trabajar con él durante todos esos años, desde el primer plan hasta llegar a su dimensión de plan estratégico metropolitano de Barcelona, me permito referirme ahora, de forma muy esquemática, a cuatro elementos que expresan de manera muy clara la manera cómo se hizo el trabajo y cómo era Francesc.
El plan nació bajo el impulso y la dirección del alcalde y su equipo. Esta era una de las garantías del éxito de la iniciativa y, a la vez, su fortaleza. No se trataba de una iniciativa para un estudio de carácter técnico sobre la ciudad y su evolución. Era una voluntad firme de transformar las cosas y de aportar ideas nuevas para el futuro de Barcelona. Este liderazgo fortalecía el plan y le daba capacidades superiores de proyección, tanto dentro de la ciudad como en el exterior. Pero ese liderazgo no quiso nunca reducirse a su dimensión pública y municipal. El plan nacía con el convencimiento de que el futuro de la ciudad tenía que ser codirigido por una amplia participación y representación de la sociedad barcelonesa: empresas, instituciones, universidades, sindicatos, entidades sociales fueron el núcleo promotor y directivo de aquella nueva iniciativa. El resultado posterior confirma la importancia de este hecho.
Desde el primer momento se consideró imprescindible concebir la ciudad de Barcelona desde sus dimensiones más internacionales. La proyección exterior de la ciudad, su capacidad de atracción, tanto de empresas como de personas y también de acontecimientos internacionales, la cohesión social y el talento, eran una parte importante de las prioridades. Era obvia, por otra parte, la necesidad de incorporar la dimensión regional y metropolitana de la ciudad. Barcelona era muchas cosas más que las fronteras estrictas de la unidad administrativa de los casi 100 km2.
Como decía, la propuesta no consistía en hacer estudios sino en encontrar elementos de consenso, entre actores públicos y privados, para favorecer nuevos factores de cambio de tendencias que permitían un mejor desarrollo de la ciudad. La iniciativa surgía de la voluntad de identificar proyectos concretos
El plan estratégico metropolitano nació con el convencimiento de que el futuro de la ciudad tenía que ser codirigido
que permitieran este cambio. La viabilidad del plan y su realismo eran una de las preocupaciones más importantes. Cómo juntar el pensamiento y la acción para hacer posible el cambio. Estrategia y prospectiva en colaboración permanente.
Y una última consideración basada en la certeza y la constatación de que, después de muchos años, el caso de Barcelona todavía mantiene este referente de buena experiencia promotora de innovación en materia de políticas urbanas para la estrategia. Que Barcelona, todavía hoy día, es un ejemplo donde otras ciudades se miran para abordar políticas estratégicas de desarrollo. Esta es una parte importante del legado que todavía perdura, que hace posible abordar la ciudad como una realidad global y transversal, con una perspectiva mucho más amplia que la que pueda ofrecer una visión estrictamente administrativa y con un enfoque sesgado por la acción del sector público.
Esta manera de hacer las cosas era muy propia del perfil profesional y humano de Francesc Santacana. Su obra queda hecha, y para muchos el agradecimiento por haber estado a su lado, construyendo relatos de ciudad.