El Barça, campeón de la Copa del Rey (3528) ante el Logroño
El Barça Lassa acelera en el segundo periodo para deshacerse del BM Logroño
Ayer, Víctor Tomàs agarró de las orejas la Copa del Rey, la elevó y voceó. Ya lo tenía: el quinto título del Barça Lassa en este año.
Voló el confeti sobre su cabeza, en el Madrid Arena, y luego atendió a la televisión. Le dijo:
–No vamos a despreciar este título ni la temporada que hemos hecho. Llevamos cinco Copas del Rey seguidas, hemos ganado todos los títulos en España. Esta victoria llega próxima al verano y nos vamos de vacaciones saboreándola. Nuestro nivel de autoexigencia es alto, pero hay que ser justos y valorarlo.
De alguna manera, sus palabras cerraban un debate: ¿sería el Barça capaz de sobreponerse a su adiós prematuro en la Champions...?
Hace un mes y medio, Xavier Pascual, el técnico azulgrana, se declaraba desilusionado.
–Es la derrota más dura desde que soy entrenador del Barça. Sabemos que forma parte del deporte y que no debemos aceptarlo, pero no llegar a la Final Four es una decepción enorme– dijo.
El Montpellier había apeado al Barça en octavos europeos. Y el equipo debía recomponerse, con el espíritu roto. Quedaban compromisos: aquello no había acabado. Entre ellos, la Copa del Rey.
Nadie discutirá que el Barça tiene ese trofeo por la mano. Lo ha ganado 21 veces, 22 tras la de ayer. Y suma cinco victorias seguidas.
Hasta ahora nadie lo ha manejado tanto ni tan bien.
Lo que pasaba es que el BM Logroño llevaba semanas lanzando avisos. Ha acelerado el paso en las últimas jornadas de la Liga y ahora le pisa los talones al Ademar León, el segundo, que apenas le aventaja en dos puntos. Precisamente el equipo al que había eliminado en las vísperas, en las semifinales en el Madrid Arena.
Bajo esos paradigmas, el Logroño arrancó envalentonado. Encajó un abanico de goles en el primer periodo pero también se fajó en ataque, con un Garciandía estelar (nueve goles en el primer periodo). Y ahí, a dos o tres goles por detrás, se mantuvo hasta el descanso, que es cuando el Barça aceleró.
El segundo periodo se ajustó a la lógica. Pálmarsson, Entrerríos y Mem elevaron el nivel y el Logroño se derritió. A diez minutos del final la ventaja se había disparado hasta los ocho goles (30-22). Al fin, el Logroño bajó los brazos.