Macri afronta una semana decisiva tras la devaluación
El Gobierno espera consolidar la calma tras su fuerte intervención
Argentina afronta esta semana con inquietud pero sin el catastrofismo que vaticinan algunas calificadoras y medios financieros internacionales. La fuerte devaluación del peso de la semana pasada fue contrarrestada por el Gobierno de Mauricio Macri con medidas ortodoxas que el viernes calmaron a los mercados y todos los analistas consultados coinciden en que seguirán surtiendo efecto, aunque no descartan turbulencias similares durante este año.
Casi todas las monedas latinoamericanas y de otros países emergentes se han devaluado como consecuencia de la subida de los tipos de interés de la Reserva Federal y de la rentabilidad de los bonos estadounidenses. Sin embargo, la preocupación se centra en Argentina porque la depreciación del peso ha sido la mayor de la región, por la dependencia emocional que los argentinos tienen del dólar y, sobre todo, por la falta de credibilidad endémica en el país a pesar de la irrupción de un presidente liberal como Macri, mimado por los mercados y los gobiernos desarrollados.
“Cuando uno toma medidas de la magnitud de las que tomamos elige qué costos evitar y qué costos pagar; el costo que elegimos evitar es el de tener una crisis”, dijo el sábado a Radio Mitre el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tras anunciar el viernes un recorte del gasto público junto con la instrucción a los bancos de vender dólares, y de que el banco central del país elevara los tipos al 40%. “Era importante detener la volatilidad”, agregó, asegurando que “Argentina camina inexorablemente hacia el equilibrio fiscal”.
Dujovne auguró que la semana que hoy empieza “deberíamos ver un banco central con poca intervención en el mercado”, aunque dejó claro que “siempre estamos atentos y listos para reaccionar”. El ministro añadió que “con las medidas que estamos implementando estamos trabajando muy fuerte para que Argentina nunca más vuelva a tener una crisis como las que tuvo en el pasado”.
Junto con la huida generalizada de los inversores hacia los bonos estadounidenses, el origen de la devaluación está en la decisión del Gobierno argentino de gravar con una retención del 5% a los tenedores extranjeros de Lebac –populares títulos de deuda pública a corto plazo– a partir de abril.
No obstante, las crisis económicas en Argentina nunca son puramente financieras. Siempre hay un trasfondo político. En esta ocasión, late el intento de la oposición peronista de revertir el llamado tarifazo, un aumento de los servicios de gas, luz y agua, altamente subsidiados durante el kirchnerismo. Al llegar al poder, Macri presentó un plan de eliminación gradual de los subsidios en el marco de su proyecto de reducción del gasto público. En parte, Dujovne responsabilizó de esta crisis a la oposición por provocar “ruidos domésticos vinculados al temor que generó el proyecto para modificar la política tarifaria”. Pese a su división, el peronismo está ahora unido en este tema en el Congreso –donde Macri no tiene mayoría– y lleva días intentando que el parlamento anule el tarifazo.
En cualquier caso, el principal problema sigue siendo la inflación, que subió al 25,4% en abril, lejos de la meta del 15% para el 2018 ratificada por Dujovne. “Tenemos una política antiinflacionaria llevada adelante por el banco central, con la novedad de que esta vez Argentina está bajando la inflación sin apelar a artilugios artificiales: sin fijar el tipo de cambio, sin congelar las tarifas, sin congelamiento de precios, sin aprietes a los empresarios”, indicó el ministro. “Si tenemos que tener una convergencia un poco más lenta de la inflación, es el precio por evitar una crisis”, agregó Dujovne. “Cuando uno evita una crisis, realmente tiene una ganancia muy importante”, concluyó.
A pesar de todo, la visión de Argentina desde el exterior es preocupante. La firma de calidad crediticia Moody’s emitió el viernes un informe donde advierte de que la devaluación del peso evidencia una “mayor percepción de riesgo y constituye un acontecimiento negativo en términos crediticios para Argentina, que depende de flujos de capital externos para financiar el déficit fiscal y el de cuenta corriente”.
Sin embargo, esa preocupación es vista de manera diferente en el mercado local. “Vamos a tener que convivir con esta incertidumbre hasta que los niveles de actividad mejoren, probablemente el año que viene”, explica a La Vanguardia Gastón Garavano, director de Corcovado Capital Group, un pequeño banco de inversión. Garavano llama a “no alarmarse” y recuerda que “Argentina está en un proceso de reconversión profunda”.
La inflación ha subido un 25,4% hasta abril, pero el Gobierno mantiene su objetivo del 15% en el 2018