Olvidando
Estaba en un avión volando a Boston, tenía que dar unas clases en Harvard y cuando acabé de repasar mis clases pensé: “Voy a poner la pantallita que llevan algunos asientos para ver el mapa del vuelo y saber cuánto falta para llegar”. Pongo la pantalla y leo: “ETA at Boston 30 min”. La primera reacción de mi cerebro fue la de pensar que como mínimo había 30 miembros de ETA en Boston. Pensé: “¡Qué detalle de la aerolínea de dar una información tan precisa!” Pero no lo acababa de entender. ¿Qué hacía ETA en Boston? ¿Habrían decidido hacer un máster para dedicarse a negocios honrados? Mi cerebro se puso mientras a trabajar y me dijo: ¡Tonto, no ves que el idioma de las pantallas es inglés! Eso quiere decir estimated time of arrival at Boston 30 minutes, es decir, tiempo estimado de llegada a Boston, 30 minutos. Naturalmente, esto tampoco me lo creí porque en los vuelos a Boston, cuando el avión llega allí le hacen dar vueltas por el aire a veces hasta una hora.
Pero me quedé pensando. Es evidente que el terrorismo es un grave error y, más pronto o más tarde, aquellos que se embarcan en él, arrastrados por una combinación de ilusiones, emociones, frustraciones, injusticias, promesas y muchos catalizadores más que nos afectan a los humanos y nos hacen ver cosas de forma muy diferente a unos y a otros, se darán cuenta de que se equivocaron. Eso ya pasó, por ejemplo, con el IRA en Irlanda, que durante muchos años acumuló actos terroristas.
En el 2007, organizamos con La Vanguardia en Dublín un encuentro con un grupo de empresarios y contamos con el apoyo del Irish Management Institute, una escuela de negocios de Irlanda que hace años era considerada una de las mejores de Europa. Su director general, Tom McCarthy, asistió y nos trajo varios empresarios irlandeses relevantes. Invitamos también, a través de algún líder político, a varios personajes que habían destacado en el grupo terrorista IRA porque el terrorismo se había cancelado y oficialmente olvidado.
Con el tema de ETA deberíamos ponernos a trabajar de verdad y, si no podemos perdonar y olvidar, saquémoslo de la agenda
Allí había funcionado el perdón, aunque, en voz baja, los empresarios te comentaban a quien se sabía que habían matado algunos de aquellos exterroristas. Pero había un claro ambiente de mirar hacia el futuro: Irlanda, dejándose de diferencias políticas interiores y exteriores –con Inglaterra, sobre todo– y tratando de ser una de las mejores economías de Europa incluso en el sector de las tecnologías avanzadas. Ahora nos encontramos nosotros con el tema de ETA. Pensemos en inglés que quizás estamos en el “tiempo estimado de llegada”. Y lo que deberíamos hacer es bajar del avión y ponernos a trabajar de verdad. Si no podemos perdonar y tampoco olvidar, que es lo lógico, por lo menos saquémoslo de la agenda. Hablemos del tema en voz baja. Pero démosle prioridad al avance, a la mejora del país pensando a largo plazo. Eso sí, apoyemos y ayudemos más a quienes sufrieron para compensarles lo que perdieron y conseguir que ellos y sus hijos tengan el mejor futuro posible.
Por desgracia, en casi todos los países ha habido problemas políticos que han causado víctimas y siguen habiéndolos. Nos hemos de alegrar también de que las Coreas del Norte y del Sur hagan la paz y que dejen de jugar con bombas atómicas. Pero queda mucho por hacer. Yo tengo que seguir sufriendo por tener buenos amigos en Israel, por ejemplo. Aprendamos a dar prioridad al futuro y a la calidad de vida para todos.