Primer intento de rehabilitar a Pujol con un homenaje
Luces y sombras. Las de la trayectoria de Jordi Pujol. Y las que se proyectan sobre la historia reciente de Catalunya, la que todavía se está escribiendo. Luces y sombras que ayer quedaron reflejadas en el homenaje –el primero de gran formato– que recibió el expresidente de la Generalitat, organizado por amigos y antiguos colaboradores agrupados en entidades como Amics de Jordi Pujol, Tagamanent Construir Catalunya, Associació Conèixer Catalunya y Comte Guifré, y que congregó a unas trescientas personas en la Sala Joan XXIII de la Institució Cultural del CIC.
Luces y sombras porque, aunque la reivindicación del legado de Jordi Pujol en toda su extensión, desde la época de la lucha antifranquista hasta los veintitrés años al frente del Govern, fue el hilo conductor del acto, no faltó la crítica ni la autocrítica. Una crítica que el profesor de historia Josep Maria Roig Rosich ilustró con ejemplos como el de la política del peix al cove, “pragmática pero quizás poco ambiciosa” o el del “clientelismo y nepotismo a los que tampoco escapó CiU”, e incluso con el de la confesión de la tenencia de dinero opaco en Andorra que realizó en el 2014, con la que “asume una pretendida y aún no demostrada corrupción familiar”, pero que “no ha de comportar la renuncia a su obra ni por su parte ni por la nuestra”. Y una autocrítica que efectuó el propio homenajeado, que no reparó en admitir que “no todo nos ha salido bien, y os he de confesar que me siento insatisfecho en ciertos aspectos y dolido conmigo, no con vosotros ni con el país”.
Unas sombras, en todo caso, que a juicio de los presentes quedan en un segundo plano ante las luces. Y en este sentido el propio 126.º presidente de la Generalitat no sólo destacó el “mucho trabajo” llevado a cabo durante su mandato, sino que instó a las generaciones políticas actuales a preservarlo y continuarlo. “Dejamos una hilera de huellas de libertad y ahora estamos en un momento en que se las puede llevar el viento o alguien puede renunciar a ellas, y lo importante es que los que vienen detrás hayan aprendido la lección sabiendo que su pueblo no puede morir en un oasis decadente”, reivindicó, citando un relato de Manuel de Pedrolo, en alusión a su obra de gobierno y al papel que deben jugar los nuevos mandatarios de Catalunya. No hizo ni una sola referencia explícita a la situación actual de desgobierno, pero se le entendía que apostaba por la necesidad de retomar el camino de la construcción nacional, aunque fuera con rectificaciones y rodeos. Fue el mensaje político del momento.
Y es que la situación en que se encuentra Catalunya estuvo en todo instante presente en el homenaje. Desde una silla vacía con un gran lazo amarillo en el escenario hasta las prendas del mismo color que vestían algunos de los asistentes. Entre ellos, exconsellers de Jordi Pujol como Joan Rigol, Núria de Gispert, Joan Guitart, Carme Laura Gil, Joan Vallvé, Xavier Trias, Pere Macias o Ignasi Farreras, colaboradores próximos como Carles Vilarrubí, Carles Duarte, Joan Granados o Josep Espar Ticó, y otros nombres destacados del mundo político como Joan Ortega, Lluís Recoder, Jaume Sobrequés, Magda Oranich o Carles Campuzano, así como excargos del Govern y exdiputados del Parlament de su época. También estuvo acompañado por su esposa, Marta Ferrusola, y algunos de sus hijos –Oleguer, Pere, Josep y Mireia–, que no quisieron perderse el reconocimiento de la figura de su padre a un mes de que cumpla, el 9 de junio, 88 años. “Ya no soy el Pujol tan brillante que decíais antes”, admitió, reconociendo el peso y el paso de los años. Y entre las ausencias, una destacada, la de Artur Mas –en un acto del PDECat sobre el Brexit–, que envió un mensaje a los organizadores para “testimoniarle mi respeto personal más allá de las vicisitudes de la vida”. Luces y sombras.
Pujol llama a continuar las “huellas” de su obra de gobierno en el primer gran homenaje desde su retirada