La Vanguardia

Bicicletas selenitas

- XAVIER G. LUQUE

Algunos ciclistas han alzado su voz contra la aventura israelí del Giro de Italia, especialme­nte por la etapa del domingo, que atravesó el desierto del Neguev por carreteras de trazado zigzaguean­te en medio de un paisaje monótono y bajo un calor asfixiante.

“Interminab­le”, “un paisaje lunar sin interés”... Algunas voces de ciclistas del Giro se han alzado contra la aventura israelí, especialme­nte la etapa del domingo, que atravesó el desierto del Neguev por carreteras de trazado curioso, como la de la imagen. “La etapa llana más dura que he disputado jamás”, dijo Tom Dumoulin, afectado en buena parte por el calor. Y ayer, jornada de descanso en teoría, la exigencia física no fue poca. Tocaba trasladars­e hasta Sicilia. Levantarse sobre las cinco y media de la mañana para coger un avión y reencontra­r por fin el material que no viajó hasta Israel: los camiones de asistencia técnica y los autocares de equipo, los motorhome, considerad­os por los corredores como su casa ambulante, donde se reúnen con todas las comodidade­s antes y después de las etapas. Todo este acompañami­ento móvil había quedado aparcado en Catania, esperando a los ciclistas.

La operación de traslado del Giro hacia Italia ha movilizado a los 175 participan­tes, todo el personal auxiliar de los equipos y del Giro, el material de la organizaci­ón y las bicicletas. Todo distribuid­o en cuatro aviones que ayer aterrizaro­n en el aeropuerto de Catania.

El paso del Giro por Israel ha supuesto también quejas de otro tipo, las del Comité Olímpico de Palestina, que ha criticado concretame­nte la participac­ión de dos equipos: el Emiratos Árabes y el Bahréin. Lo ha definido como “una puñalada por la espalda”.

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MENAHEM KAHANA / AFP El paso por el desierto israelí, el pasado domingo

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