Jean-Marc Janaillac
El Gobierno alerta de que no garantiza la supervivencia de la aerolínea
EXPRESIDENTE DE AIR FRANCE
Descabezada tras la dimisión del presidente, con abultadas pérdidas y una huelga que no termina, Air France vive un momento muy delicado. Sus acciones cayeron ayer un 10%, y el Gobierno francés alertó de que no garantiza su supervivencia.
Air France vive un momento muy delicado. Los títulos de la aerolínea francesa de bandera llegaron a caer ayer hasta un 13% en la Bolsa de París, para luego estabilizarse en torno a un 10% de bajada. Los inversores están muy inquietos después del inesperado rechazo de los empleados, en un referéndum, a la oferta de aumento salarial que realizó la empresa, el viernes. Ese fiasco provocó la dimisión del presidente, Jean-Marc Janaillac.
Descabezada, con abultadas pérdidas en el primer trimestre del año y una huelga que continúa, Air France se está jugando su futuro. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha advertido que la supervivencia de la aerolínea no está garantizada, que se equivocan quienes piensen que las arcas públicas la salvarán al coste que sea. “Si la compañía no hace los esfuerzos de competitividad necesarios, desaparecerá”, alertó Le Maire. La política reformista y de eficiencia económica que promueve el presidente Emmanuel Macron perdería toda credibilidad, sin contar con que un salvamento toparía con las normas europeas.
Provocó una gran perplejidad, el viernes pasado, que el 55,44 de la plantilla de Air France dijera no a la propuesta de un subida salarial del 2% en el 2018 y el 5% repartida en los próximos tres años. Los sindicatos insisten en un aumento del 5% inmediato para compensar pérdidas del poder adquisitivo en los últimos años. La buena marcha de la empresa en el 2017 era el argumento en el que apoyaban sus reivindicaciones, pero las cosas se han torcido, sobre todo por el fuerte encarecimiento del carburante y los efectos de la huelga. En el primer trimestre del 2018, Air France acumuló 269 millones de euros de números rojos.
El descontento interno en la compañía aérea francesa es complejo. Por un lado están los pilotos, cuyos sueldos, en realidad, son equiparables a competidores como Lufthansa o British Airways. Luego están los auxiliares de vuelo y los mecánicos. Los primeros aún no han digerido la creación de la compañía de bajo coste Joon, con personal contratado con remuneración inferior. También causó gran irritación el fuerte aumento de sueldos de los miembros del comité de dirección. Fueron varios, pues, los motivos que llevaron a rechazar la oferta y a humillar al presidente, quien ya había anunciado que su puesto dependía del triunfo del sí en el referéndum. Janaillac continuará en funciones hasta el día 15. No está claro quién puede sucederle en unas circunstancias tan dramáticas.
La huelga tiene un impacto operativo limitado, pues al menos el 80% de vuelos se mantiene. Sin embargo, causa un gran daño económico y de imagen. En la prensa y entre los analistas han arreciado las críticas por la inflexibilidad sindical y su ceguera ante los efectos para la empresa a medio plazo. Muchos recuerdan que otros nombres legendarios del sector han caído, como la belga Sabena, la suiza Swiss Air o la estadounidense PanAm. Alitalia está también bajo una administración especial, amenazada por la quiebra. Air France se fundó en 1933.
La crisis plantea un problema serio a Macron, dado que el Estado posee todavía el 14% de capital de la aerolínea y un poder de decisión real que dobla ese porcentaje. Delta Airlines y China Eastern Airlines detentan, cada una, el 8,8% de las acciones. En Holanda existe mucha inquietud porque Air France forma un conglomerado con KLM. La prensa holandesa especula incluso con la segregación, dado que su compañía tiene beneficios y se considera que debe pagar la irresponsabilidad de su hermana francesa.
A la crisis de Air France se añade la huelga de la compañía de ferrocarriles, SNCF. El Gobierno insistió ayer en que no cederá en lo fundamental de la reforma, mientras los sindicatos continúan firmes en no desconvocar la huelga intermitente que debe durar hasta final de junio.
Los empleados han dicho no a una subida gradual del 7% en cuatro años; los sindicatos exigen el 5% ya