Barcelona, récord de ferias
BARCELONA acogió, en el 2017, un total de 195 congresos. Se encaramó así a la primera plaza en la lista de ciudades que más reuniones de este tipo celebran. En el 2016 nuestra ciudad ocupaba la tercera posición, por detrás de París y Viena. Pero el año pasado las capitales de Francia y de Austria albergaron 190 congresos cada una, cediendo el liderato a Barcelona, en una lista en la que Madrid es séptima. Se trata, obviamente, de una noticia satisfactoria para la ciudad. Y, lo que es mejor, la perspectiva para los próximos años es igualmente halagüeña. Hay motivos para pensar que se puede mantener el liderato.
La posición del actual Consistorio ante la creciente ola de turistas que recibe Barcelona, así como sobre el desarrollo de las infraestructuras necesarias para atenderles, es bien conocida desde los inicios de su mandato, hace ya tres años. Se trata de una postura más marcada por un ánimo de contención que de expansión. Aun así, el aprecio de la ciudad sigue disparado, tanto entre los visitantes particulares como entre quienes, desde una vertiente profesional, se encargan de llevar congresos y reuniones a Barcelona.
En este ámbito vienen realizando una labor encomiable, desde hace ya muchos años, tanto Barcelona Turisme como Fira Barcelona. Barcelona Turisme lleva decenios proclamando el potencial turístico de la ciudad y ha alcanzado en su tarea un grado de excelencia que ha merecido la atención de organismos semejantes de ciudades de todo el mundo. La labor de la Fira no es menos conocida. Barcelona ha sido siempre una ciudad abierta a todo tipo de congresos, con hitos históricos como la Exposición Universal de 1888 o la Exposición Internacional de 1929. Incluso en la etapa final del franquismo Barcelona se publicitó como ciudad “de ferias y congresos”. Y, posteriormente, la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 dio a Barcelona un empujón extraordinario, cuyos réditos todavía disfrutamos.
Pero una cosa es disfrutar de esos beneficios y otra trabajar para ampliarlos. Eso es lo que hacen tanto Barcelona Turisme como Fira Barcelona. Esta última, por ejemplo, tratando de atraer nuevas celebraciones a la ciudad, pero al tiempo exportando su know-how y habiéndose convertido ya en una institución que monta certámenes en distintas partes del planeta: globalizando su oferta y, aquí indirectamente, la de la ciudad.
Las políticas de estas instituciones no buscan sólo conservar lo ya logrado, sino que tratan de cultivar el futuro, anticipándose a él. Ese es el camino que hay que seguir. Porque los atractivos de Barcelona son muchos, pero su futuro hay que construirlo día a día.