La teoría de los clavos
En el mundo de la comunicación, la lista de supervivientes inesperados es larga, empezando por la radio
Ayer me hacía eco, aquí en El Runrún, de la liquidación del sistema de telégrafos francés. La desaparición de los telegramas transforma en anacoreta al telegrafista del Vaticano, que aún mantiene el servicio por razones protocolarias. Las redes de la red han revolucionado nuestro modo de comunicarnos. Es lógico que Morse y su lenguaje pasen a la lista de lenguas muertas con un mero STOP de epitafio presidido por el avión de papel que es el logo de la aplicación Telegram. No parece que el telegrama pueda tener vida más allá de la nostalgia imitativa de los amantes de las antiguallas, a pesar que la evolución de las tecnologías resulta imprevisible y la principal lengua muerta europea, el latín, sigue teniendo usos insospechados. No siempre es cierto el dicho amargo de un nuevo clavo que sustituye al anterior en una crisis de pareja. En el mundo de la comunicación la lista de supervivientes inesperados es larga, empezando por la radio, que no sólo pervive a pesar de la irrupción progresiva de la televisión, el vídeo (Video “did not” kill the radio
star) o internet, sino que gana posiciones entre los medios de comunicación por su conexión directa con el pensamiento de las personas. Marconi 1-Morse 0. En principio, la tele tampoco mató a la estrella de cine, aunque hoy el talento cinematográfico se haya desplazado hacia las series que se consumen en pantallas privadas y el futuro de las salas de exhibición se parezca al del cine mudo. En este entierro, la vela la encendería Netflix, pero resulta muy aventurado dar por finido o finado al sistema de exhibición presencial.
Cuando, hace cuatro días, WhatsApp nos inundó la vida de mensajes indeseados, los SMS parecieron periclitar definitivamente y, en cambio, ciertas notificaciones (operaciones bancarias, por ejemplo) los mantienen como vía principal de comunicación segura porque para recibirlos basta con tener cobertura, aunque no tengamos datos. La simplicidad también cotiza, pero no es garantía de nada. El Teletext, en cierta medida equivalente a los SMS en la tele, murió aplastado por la telaraña de las tres W. Eso sí, los cadáveres más jóvenes son los de los sucesivos soportes físicos en la transmisión de sonidos e imágenes. Una serie de ejemplares de cintas de vídeo 2000, Beta, VHS y DVD abarca un periodo relativamente corto de tiempo. A su lado, el disco de piedra, el de vinilo, la cinta de cassette, el cartucho y el CD forman una segunda fila de soportes periclitados, con la orgullosa excepción del vinilo por razones entre nostálgicas y costumbristas. Todos estos soportes se esfuman a una velocidad similar a la de su irrupción, en contraste con el caso de los libros impresos en papel, cuyo consumo se mantiene estable e incluso crece en relación con el dudoso negocio del libro electrónico, tal vez por el peso aplastante de cinco siglos de hábito tecnológico. Gutenberg 1-Philips 0.