El Met dedica una exposición y la gala a la influencia católica en la moda
El Met neoyorquino explora la influencia católica sobre los más prestigiosos diseñadores
Algunos visten como monaguillos. Otros lucen sobre sus vestidos y trajes cruces ornamentales con piedras de colores –el valor se les supone, pero no se olvide que esta es una época fake– e incluso una mujer va tocada con birrete cardenalicio –en negro– y pendientes de crucifijo.
Visto el ambiente, cualquiera pensaría que son maniquíes que de pronto han cobrado vida.
Todo está claro. Dios también creó la moda, por pecadora que pueda parecer en muchas de sus expresiones terrenales. “Dios fue el sastre en el Génesis”, frase atribuida al cardenal Gianfranco Ravasi, considerado de facto el ministro de Cultura del Vaticano.
Esto no es un templo. Esto es el Metropolitan Museum de Nueva York en la presentación de la exposición anual que organiza Anna Wintour, editora de Vogue. Este acontecimiento sirve, además, como excusa para montar la gala del Met, celebrada esta pasada madrugada, la gran alfombra roja de la costa este de Estados Unidos y, por lo general, una demostración en la que se mezclan el buen gusto (cada vez menos) y la exuberancia carnal. El despelote.
Esta vez a costa de la Iglesia católica. “¡Que Dios no coja confesados!”, que sería lo que exclamaría
La muestra ‘Cuerpos celestiales’ es la excusa para la gala del Met, donde se exhibe una carnalidad pecadora
cualquier abuela de otra época.
Tras glorificar al fallecido diseñador Alexander McQueen o de indagar en el impacto del punk, China o Japón, esta vez la exhibición se adentra en lo divino. La muestra Cuerpos celestiales explora la influencia en la moda del imaginario de catolicismo, con sus sotanas, casullas, túnicas, mitras, capas o tiaras.
“Tal vez os preguntaréis qué hace aquí la Iglesia o qué pinta el arzobispo de Nueva York. Lo mismo que me pregunté cuando ellos se acercaron a mí”, explicó el cardenal Timothy Dolan, invitado estelar a la previa de prensa con más glamour. “La iglesia y la imaginación católica versan sobre la verdad, la bondad y la belleza. Los tres conceptos se reflejan en todas las partes, incluida la moda”, respondió.
Juntos pero no revueltos. En la planta baja, en las catacumbas, se despliegan los tesoros salidos de la sacristía de la Capilla Sixtina.
Una cuarentena de piezas que dejan bien a las claras que, a pesar de los votos de pobreza, a los papas, cardenales o arzobispos les gusta el oro y la pedrería fina de quilates. Es la segunda ocasión que el Vaticano cede posesiones al Metropolian. La anterior fue en 1983 y su exposición se convirtió en la tercera más vista en la historia de la institución.
En el piso superior se prodigan, entre otros, nombres como McQueen, Valentino Domenico Dolce y Stefano Gabbana, Jean Paul Gaultier, Karl Lagerfeld, Cristobal Balenciaga, Yves Saint Laurent, Donatella Versace, Christian Lacroix o John Galiano. “La mayoría de estos diseñadores crecieron en la cultura de la Iglesia católica. Muchos no son practicantes pero la mayoría reconoce esta influencia más allá de su imaginación”, indicó Andrew Bolton, comisario de la muestra. “Esta es la mayor exposición que hemos realizado por su extensión”, subrayó Daniel Weiss, presidente y director ejecutivo del Metropolitan.
Ocupa un total de 25 galerías y cuenta con una extensión en The Cloisters, los claustros y monasterios románicos que millonarios estadounidenses compraron hace un siglo en diferentes zonas de Europa para montarlos piedra a piedra al norte de Manhattan.
Ante semejante dimensión, Weiss bromeó que la visita (del 10 de mayo al 8 de octubre) funciona “como un peregrinaje”. Otra frase atribuida al cardenal Ravasi. “Fue Dios el que nos vistió”. Habrá que ver si este martes, al rebufo de la gala, no se sentirá obligado a rezar avemarías.