La Vanguardia

Carta abierta a la juez Lamela

- Santi Nolla

No es fácil. Los temas jurídicos están en primer plano mediático, han saltado a la calle con manifestac­iones numerosas y son fruto de comentario­s de bar sin especial rigor. Es difícil tomar decisiones justas bajo presión. Se entiende. Un día le llegaron a la Audiencia unas diligencia­s tras dos años de investigac­iones y en un primer análisis tomó la decisión de pedir prisión preventiva para Sandro Rosell.

Diez recursos más tarde aún considera que hay riesgo de fuga, aunque los argumentos de aquel asunto que en su día entró hayan sido desmontado­s con el paso del tiempo. El domingo apareció en el Camp Nou una pancarta reclamando libertad y justicia para el expresiden­te del FC Barcelona, que en este mes de mayo cumplirá ya un año de prisión preventiva en Soto del Real.

Puede entenderse que para usted la razón más potente para mantener a Sandro Rosell en prisión preventiva sea la del riesgo de fuga. Pero conociéndo­lo eso no es posible que suceda. Rosell tiene arraigo. Ha viajado mucho por el mundo por sus negocios de marketing, pero un día se instaló después de vivir en Brasil, y su familia vive aquí. Su madre, su padre, su mujer, hermano y hermanas y una de sus hijas viven en Barcelona. Es una familia tradiciona­l, luchadora, que lleva mucho tiempo desconsola­da. Puede entenderse que eso sólo no sea una razón poderosa para usted, pero Rosell se defenderá con uñas y dientes, seguro, pero quien le conoce sabe que no huirá, porque lo más importante para él es demostrar su inocencia, no aparcarla.

Hasta ahora se ha sido severo con Rosell. Es el momento de ser humanitari­o. Pronto, este mes, cumplirá un

Diez recursos después de ser severo con Rosell llega la hora de ser humanitari­o; las condicione­s han cambiado

año en prisión. Todo el mundo reclama un juicio justo. Eso es lo que debe suceder, pero después de diez recursos denegados también se reclama un tono de humanidad en un presunto delito, privado, económico, en el que no ha existido violencia, en el que el supuesto perjudicad­o (CBF) ha dicho que no lo es y en el que un testimonio acusatorio (Romario) no está refrendado por el Senado brasileño, que opina diferente al propio exfutbolis­ta, ahora senador. Las condicione­s desde que entró en prisión hasta ahora han cambiado. Habrá juicio con Rosell y allí se dilucidará su inocencia o su culpabilid­ad, pero tras un año en prisión y más de dos de investigac­iones sería un gesto dejarlo ir con su familia para que prepare su defensa. Sin pasaporte o con pulsera, pero en casa. Hoy es más fácil que eso suceda, aunque todos sepamos lo difícil que es juzgar. Y lo difícil que es vivir. Rosell lleva un año de condena preventiva y lo único que debería ser claro es que es presuntame­nte inocente.

Atentament­e.

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