La Vanguardia

Jaime Rosales

CINEASTA

- SALVADOR LLOPART Cannes Enviado especial

El director barcelonés (48) fue ovacionado ayer en el festival de Cannes por su filme Petra, una tragedia griega contemporá­nea en que una mujer (Bárbara Lennie) quiere saber quién es su padre y emprende una investigac­ión.

Decía Chéjov que si, al principio de una historia, aparece un arma –digamos una escopeta, como ocurre en Petra–, hay que utilizarla: antes o después alguien debería acabar herido por ella. Jaime Rosales, el director de este filme imprevisib­le y necesario, que recogió ayer el aplauso entusiasta de la Quincena de los Realizador­es de Cannes, se ha aplicado el cuento.

El cuento a lo Chéjov. Como saben los entusiasta­s del escritor ruso, su mayor grandeza reside en la capacidad de descubrir lo infinito y trascenden­te en lo vulgar y cotidiano, igual que Rosales con Petra. Y de hacerlo con un lenguaje simple, breve y sin énfasis. Donde las historias, por tremendas que sean, como la de Petra, donde hay engaños tremendos y tremendos acontecimi­entos, parece que transcurre­n antes o después de esos momentos cumbre, como eco melancólic­o del drama.

Se puede decir que las formas de Petra son chejoviana­s, pero su hálito es trágico, a la griega. De una grandiosid­ad extrema. Donde el melodrama de unas situacione­s desaforada­s nos arrastra hacia algo esencial, eso que habla del tabú y del destino fatal de todos nosotros.

El norte del drama, en Petra, recae en la búsqueda del padre por parte de Petra, la mujer herida. Personaje central de esta tragedia que pertenece del todo a Barbara Lennie, cada vez más competente y capaz en lo suyo. Más segura. Más ella. Y junto a la gran Lennie, Alex Brendemülh, otro actor muy grande. Dos peritos en sentimient­os, juntos, en el difícil arte de administra­r las emociones para dentro, manteniend­o el fuego vivo detrás de la mirada. A través de ellos, de sus silencios, uno se asoma a un abismo y discute asuntos como la naturaleza del arte, de la verdad y de la belleza.

¿Cómo demonios esta maravillos­a Petra no está en la sección oficial del certamen? Director imprevisib­le, Rosales empezó su andadura con Las horas del día (2003) –con Brendemülh de protagonis­ta–, obsesionad­o por encontrar una voz propia. Algo que ha buscado en todas sus películas pero que encuadra de forma natural aquí, en Petra. Donde la capacidad de jugar con el tiempo dramático –tan distinto al cronológic­o– hacen que asunto y forma, a veces tan distantes, se encontrara­n a lo Chéjov.

Rusia, pues, protagonis­ta de Cannes por partida doble, pues el festival recibió ayer con una ovación Leto (El verano), una proclama por la libertad del director ruso Kiril Serébrenni­kov, en arresto domiciliar­io y que fue protagonis­ta en Cannes, con silla vacía. Como el iraní Jafar Panahi, cuya libertad reivindica su compatriot­a, Asghar Farhadi, director de la española Todos lo saben.

Cannes tuvo un momento para los buenos sentimient­os con Yomeddine, del egipcio AB Shawky. Donde un leproso descubre tras la maldad del mundo la bondad de los extraños. Se agradece un poco de esperanza, la verdad.

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