La guerra de las galaxias
La industria que hace posible La guerra de las galaxias, la épica y extraordinaria franquicia cinematográfica que desde 1977 nos traslada a una galaxia muy, muy lejana, tiene su cuartel general en el parque nacional de Presidio, en San Francisco, a poca distancia del maravilloso y rojizo Golden Gate.
El cuartel general de LucasFilm, la supercompañía creada por George Lucas para el desarrollo de esta saga, ocupa varios grandes edificios que en su día fueron barracones militares. Es desde Presidio donde partieron hacia el Pacífico los primeros infantes de marina en la Segunda Guerra Mundial para frenar al imperio nipón, y es Presidio el escenario de una de las mejores películas de intriga del actor Sean Connery.
En mitad de la instalación, cuya franquicia fue valorada en el 2015 en 42.000 millones de dólares, hay una pequeña plaza con una fuente en la que reposa una estatua a tamaño real del mayor héroe creado jamás por la industria de la ciencia ficción: la icónica Fuente Yoda es, sin duda, uno de los lugares de obligada visita en San Francisco.
El éxito de la saga ha sido increíble y su interminable secuencia parece no preocupar a sus seguidores, que se cuentan por miles de millones en todo el planeta.
En la serie los malos utilizan robots, drones, androides, lásers, motores capaces de viajar al hiperespacio y toda clase de herramientas tecnológicas para conseguir que “la fuerza” se imponga a los rebeldes que luchan por una galaxia democrática, donde sus ciudadanos puedan vivir en paz y libertad.
Robots, drones, lásers, androides y toda clase de herramientas tecnológicas se utilizan aquí y ahora para imponer sistemas no democráticos o minar constituciones, leyes y reglamentos. Es una epidemia que se extiende por todo el mundo.
En La guerra de las galaxias, con muchos menos recursos, los rebeldes utilizan también algunas de estas armas con pantallas y ahí están, desde hace 40 años peleando contra los Darth Vader de turno.
La visita a Presidio y la imagen de Yoda, el jedi máster, es perfecta para entender que nuestra civilización tiene poder delante un desarrollo tecnológico increíble al que están llamadas las nuevas generaciones de jóvenes digitales y de cuyos sueños y preparación depende el mundo futuro. No hace falta adentrarse en la oscuridad del universo para luchar contra “la fuerza” ni para utilizar las nuevas armas. Desgraciadamente el campo de batalla está aquí mismo y los malos llevan el uniforme de la destrucción de las leyes y nuestra forma de vida.