La Vanguardia

Gracias infinitas

Los Gasol, Estopa, la Masia y el equipo se visten de gala para despedir a un futbolista de frac

- CARLES RUIPÉREZ

Gracias fue la palabra más pronunciad­a en el Camp Nou para decir adiós (o hasta luego) a Andrés Iniesta. Gracias infinitas, porque el capitán se rodeó de sus mejores cromos, de sus personas más incondicio­nales, de los insustitui­bles en su vida personal y profesiona­l. Los 300 de Iniesta, como si fuera Leónidas. Aunque a todos no los conociera personalme­nte, como a Josep Enric, de 8 años, un niño que no vino de París sino que la cigüeña lo trajo de Londres, más concretame­nte de Stamford Bridge, nacido por el baby boom del iniestazo.

Sus compañeros y el cuerpo técnico de Ernesto Valvede estaban en las primeras filas, compartien­do tribuna con su esposa Anna y sus tres hijos, su hermana Maribel, con sus padres Mari y José Antonio, que estaba sentado codo con codo con el presidente, Josep Maria Bartomeu. También estuvieron invitados los exmandatar­ios Joan Laporta y Enric Reyna.

Pau y Marc Gasol, otros campeones del mundo en su disciplina, pusieron la altura en la alfombra roja. “Se han hecho eliminar de la NBA para estar aquí”, bromeó Évole, presentado­r. Hasta que llegó Samuel Eto’o, con una cazadora que brillaba (y no era de Zara), y era imposible no pensar en el primer gol de Roma 2009, en el que Iniesta le dio la asistencia. No estaba previsto pero un acto no es lo mismo sino está Alves. Xavi subió al escenario y lloró como una magdalena, contento y emocionado por su amigo. Los dos, con Busquets y Alba, fueron testigos directos de los dardos entre el camerunés y Piqué.

El acto fue un repaso a los 22 años del centrocamp­ista por el Barcelona. Y ahí tuvo mucho que decir la Masia, donde vivió, lloró y soñó mucho. La viuda de Oriol Tort representa­ba al ojeador que se fijó en él. Mientras Josefina, la cocinera de las espinacas que no le gustaban, y Fernando y Juan, vigilantes, del recinto, se convirtier­on en una nueva familia. Paralelame­nte Ursicino López, que lo tuvo en el infantil A, Juan Carlos Pérez Rojo, su técnico en el juvenil, o Quique Costas y José Gonzalvo, que lo dirigieron en el filial, lo disfrutaba­n en el campo. Antic fue el único entrenador de su etapa profesiona­l en la grada. Van Gaal, Rijkaard, Guardiola, Martino y Luis Enrique grabaron sus mensajes.

Rivales como el Madrid y el Espanyol, con Butragueño y Marañón al frente, respectiva­mente, lo fueron ayer menos. No hay choque sino amistad con el de Albacete, la otra camiseta con la que se le ha visto hasta que dentro de unos días revele su futuro. Estuvieron muchos, casi todos, pero se tuvo un aplauso para Johan Cruyff, Tito Vilanova y Dani Jarque, que escucharon Danny Cruyff y la familia de su buen amigo, el excapitán blanquiazu­l. Entre risas, los Estopa pusieron el broche. Los padres de David y José Muñoz son vecinos de los de Andrés. “Me quito el sombrero”, le cantaron. Fue una noche de gala para un futbolista que juega con frac.

LÁGRIMAS Y AMISTAD

Xavi, que se despidió en el 2015, se emocionó y lloró para despedir a su compañero “de oficina”

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