La Vanguardia

Pablo Iglesias pregunta a las bases si dimite por el chalet

Ambos dimitirán si los inscritos creen que la compra de la casa mina su credibilid­ad

- PEDRO VALLÍN

El líder de Podemos y la portavoz parlamenta­ria, Irene Montero, someterán a consulta de los afiliados de la formación si deben seguir en sus cargos tras la polémica protagoniz­ada por la adquisició­n de su nueva casa.

Pablo Iglesias e Irene Montero han puesto sus cargos –internos e institucio­nales– a disposició­n de las bases de Podemos para que decidan si la adquisició­n de una vivienda unifamilia­r en Galapagar mina su credibilid­ad para dirigir Podemos. Iglesias y Montero se juegan la continuida­d del proyecto a una carta, la de los militantes de la formación.

El secretario general y la portavoz parlamenta­ria, hostigados por los medios los últimos días y cuestionad­os incluso dentro del partido por su decisión de comprarse un chalé con jardín y piscina a 40 kilómetros de Madrid ante su inminente maternidad de gemelos, convocaban ayer de urgencia a la prensa para anunciar su decisión de someter su permanenci­a al frente de Podemos al criterio de los inscritos, una operación de alto riesgo con la que pretenden zanjar la crisis de relato que ha abierto el hecho de que eligieran un tipo de vivienda que, aunque de precio ajustado para sus dimensione­s, se ha conformado en alegoría de éxito social y abundancia, lo que ha causado conmoción en su propio partido.

Montero e Iglesias se confesaron sorprendid­os por la dimensión de debate, pero sobre todo por lo que consideran una irrupción en su intimidad, sobre todo a raíz de la divulgació­n de imágenes interiores y exteriores de la vivienda, e incluso de la difusión de su localizaci­ón.

“Con nosotros no funcionan las reglas que operan para el resto de políticos, con nosotros se atraviesan todos los límites. Hemos perdido todo derecho a nuestra intimidad”, decía Montero. Creen que con este debate se ha puesto en cuestión su honestidad, su coherencia y su credibilid­ad y que deben ser los inscritos los que decidan si son dignos de sus cargos.

Con su desafía a puerta gayola, Iglesias y Montero quieren girar el debate hacia la cuestión de los límites de la privacidad. Pablo Iglesias fue el único político que reaccionó con enfado patente cuando se filtró el vídeo de Cristina Cifuentes en el Eroski: “En política no vale todo, no era necesario destruir sin escrúpulos a un ser humano”. Fijaba así los límites de lo que considera escrutinio legítimo a un cargo público. Por eso se quejaba ayer Montero de la difusión “decenas de fotografía­s de la vivienda, diseñadore­s opinando sobre el gusto de los anteriores propietari­os, analistas económicos valorando nuestras posibilida­des de pago, y los paparazzi nos persiguen hasta el hospital”.

La consulta, cuyos detalles se conocerán el lunes, contendrá una sola pregunta: “¿Consideras que Pablo Iglesias e Irene Montero deben seguir al frente de la secretaría general

Los líderes de Podemos denuncian que “con nosotros se traspasan todos los límites” del derecho a la intimidad

de Podemos y de la portavocía parlamenta­ria?”. La respuesta negativa consagra su abandono la primera línea de la política: “No, deben dimitir de la secretaría general y de la portavocía parlamenta­ria y dejar el acta de diputados”. Lo que da la medida del all in lanzado a sus bases, una audacia que el propio secretario general ya empleó cuando los órganos del partido coqueteaba­n con apoyar el pacto de gobierno del PSOE y Ciudadanos, y para vencer la oposición interna a la alianza con IU. En ambas ocasiones ganó de forma aplastante.

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EMILIA GUTIÉRREZ Pablo Iglesias e Irene Montero durante la rueda de prensa de ayer en la sede madrileña de Podemos

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