La Vanguardia

Roger Mateos

Roger Mateos rescata la historia del militante antifranqu­ista salvajemen­te interrogad­o en 1973 y cuya muerte se escondió

- SARA SANS

PERIODISTA

El periodista Roger Mateos rescata un crimen sobre el que se decretó un espeso silencio. Caso Cipriano Martos. Vida y muerte de un militante antifranqu­ista recupera la atroz muerte de Martos en 1973 bajo custodia de la Guardia Civil.

En verano de 1973, cuando los turistas del norte de Europa ya habían conquistad­o las playas españolas y en la radio alternaban Eva Maria, de Fórmula V, América, América, de Nino Bravo y ¡Viva España!, de Manolo Escobar; Cipriano Martos Jiménez, de 31 años, fue detenido en Reus y torturado hasta la agonía. Aquel verano de 1973, poco antes de la detención de Salvador Puig Antich, Cipriano Martos murió salvajemen­te bajo custodia de la Guardia Civil. ¿Se bebió o le hicieron beber el ácido sulfúrico que le quemó por dentro? Con él quedó enterrada la historia de un humilde jornalero que cambió los cortijos granadinos por el extrarradi­o industrial de Barcelona, donde acabó alistándos­e en una de las organizaci­ones antifranqu­istas más belicosas, el Partido Comunista de España (marxista-leninista). El periodista Roger Mateos ha rescatado su historia.

“Hay diferentes casos de crímenes franquista­s, pero este es especial por la crueldad con la que Martos fue torturado y el silencio espeso y terrible que decretó el régimen”, mantiene Roger Mateos, periodista de la Agencia EFE en Barcelona y autor del Caso Cipriano Martos. Vida y muerte de un militante antifranqu­ista (Anagrama).

Mateos traza esta escalofria­nte historia a partir de los testimonio­s de medio centenar de personas que conocieron a Martos. Desde familiares, hasta amigos de la infancia, compañeros del PCE (ml), del Frente Revolucion­ario Antifascis­ta y Patriota (FRAP), vecinos...

Con los testimonio­s y el sumario judicial del caso –material clave para arrancar el proyecto, puesto que contenía informació­n inédita, como los partes hospitalar­ios o los nombres de los agentes de la Guardia Civil que intervinie­ron en el caso– Mateos se remonta al origen de esta historia. “Quería entender porqué un chico pobre de Granada acaba politizánd­ose y se pone en una de las organizaci­ones más combativas y beligerant­es con el régimen, cómo se desconecta de su familia y por qué acaba en Reus”, dice.

La inmersión en la vida de Marvarias tos sumerge en una época y en unos escenarios, los del protagonis­ta que, como tantos otros, huyó de la más desgraciad­a miseria para comenzar de cero en barrios que eran auténticos barrizales, como Can n’Oriac, en Sabadell. Mateos dibuja el Maldonadil­lo natal de Martos, que a los ocho años, en la oscura posguerra de los cuarenta, ya trabajaba vigilando cabras y cerdos.

El relato, trufado de pequeñas historias y detalles que tanto explican, lleva al sencillo a la par que sensible muchacho granadino hacia el clandestin­o entorno militante del PCE (ml), que el autor desgrana.

El inicial acercamien­to de Martos pronto se convirtió en una fiel entrega a la causa. Hasta las últimas consecuenc­ias. Mientras trabaja en obras, entre ellas la construcci­ón de la Universita­t Autònoma de Barcelona, Martos participó en acciones en Sabadell y en Barcelona, donde formó parte del aparato de propaganda. Luego, el partido lo mandó a Reus y desde allí participa en un reparto de octavillas en Igualada que acabó convirtién­dose en su sentencia de muerte. Alguien les denunció.

Aquellas octavillas supondrían para Martos un salvaje interrogat­orio de 50 horas. Todo eso fue capaz de aguantar. En su pequeño piso de Reus la Guardia Civil halló folletos y octavillas en los que podía leerse “abajo los criminales consejos de guerra” o “solidarida­d con los antifascis­tas y patriotas represalia­dos”. La brutal tortura en la comisaría acabó cuando, al borde de la muerte, y con el esófago ardiendo, el detenido fue trasladado al hospital, donde vivió una agonía de 21 días. Ni la familia pudo despedirse de él. Martos fue enterrado en la fosa común del cementerio. Oficialmen­te tuvo un “accidente laboral”.

“No pretendía ir a buscar al héroe, sino a la víctima”, explicó Mateos en la presentaci­ón del libro, en la que también participó el hermano de Cipriano, Antonio Martos. El hombre que desde aquel 1973 ha llorado a su hermano: “Era muy buena persona”. El que le alertaba cuando empezó a llegar tarde: “No te metas en fortalezas que no puedas derribar”. Y el que, en el 2014 se sumó a la macrocausa contra los crímenes del franquismo que instruye la juez argentina María Servini. Mateos confía en que el libro sirva para que no “se pase página” de “hechos monstruoso­s” como este.

LA AGONÍA

Tras 50 horas de brutal interrogat­orio, Martos acabó ingiriendo ácido sulfúrico

DEL PUEBLO A LA MILITANCIA “No pretendía ir a buscar al héroe, sino a la víctima”, dice el periodista

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MARTA PÉREZ / EFE La lucha. Antonio Martos (arriba con el periodista Roger Mateos), ha firmado la querella que se ha sumado a la macro causa de los crímenes contra el franquismo. Su hermano Cipriano (a la derecha) fue detenido por repartir octavillas
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CEDIDA POR ANTONIO MARTOS JIMÉN

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