La Vanguardia

Espiral conflictiv­a

- Joaquín Luna

La necesidad de Catalunya de tener un Govern que recupere las institucio­nes y la saque de la tensión institucio­nal; y las elecciones presidenci­ales que celebra una convulsa y empobrecid­a Venezuela.

En mi casa está prohibido hablar de política, del futuro de la UE y de las vacas viudas. No se menciona en la cena ni al juez Llarena ni a Quim Torra. Nadie discute sobre si hay que poner una lavadora. Hay armonía: vivo solo.

De vez en cuando, la paz doméstica queda alterada por alguna visita gratifican­te. Ejerzo, por tanto, de anfitrión, responsabi­lidad elevada que exige terminar fumando en la terraza, como si uno fuese un marido cualquiera. Esta semana he sido el anfitrión de una amiga que tiene la casa en obras pero no está deprimida.

Yo admiro mucho a los ciudadanos que hacen reformas en sus pisos sin mediar grietas, hundimient­o de techos, fugas torrencial­es de agua o riesgo inminente de segundas nupcias. Hablo de personas normales, héroes anónimos que pudiendo mirar para otro lado, miran su piso y se dicen:

–No preguntes qué puede hacer tu vivienda por ti, sino lo que puedes hacer tú por la vivienda.

Y ahí no queda la cosa: empiezan a pedir presupuest­os. Son mis héroes.

–¿Quieres que te pase el teléfono de mi pintor? Es muy bueno.

El ofrecimien­to me dejó un poco mosqueado.

–Este piso, pintado de un color pastel, te quedaría fantástico, sobre todo si le das otro aire a la chimenea.

Empecé a flotar sobre el ring. ¡Qué largos se le debieron de hacer los doce asaltos a Pedro Carrasco la noche en

Mis heroínas tienen razón: no preguntes qué puede hacer tu vivienda por ti, sino tú por la vivienda

que ganó la corona mundial a Mando Ramos después de besar la lona en cuatro ocasiones!

Tampoco vi venir el tercer gancho al hígado: este piso implora un parquet. Traté de trabar al adversario pero el clinch no funcionó.

–Dicen que las maderas nunca encajan y cuestan de fregar.

Me llovieron punchs, ganchos, uppercuts, jabs y un golpe bajo. –Pero ¿en qué siglo vives?

Y la campana que no sonaba. Miré al rincón: justo cuando más lo necesitaba no había nadie. Suele pasar.

Tenía ya la cara como un mapa cuando cayó la mayor lluvia de golpes desde la retirada de Rocky Marciano. Al parecer, cuando uno decide pintar su piso, hay que aprovechar la inercia ganadora y ambicionar metas más altas. Horizontes que uno jamás imaginó. Me cayó un ejemplo: colgar los cuadros, que llevan años esperando su hueco en las paredes blancas –con solera, creía yo–.

Supongo que mi amiga tiene razón. ¡Qué vocación secreta tienen algunas mujeres por la decoración! Esas ideas, esas sugerencia­s por el bien de los demás, ese toque de balón...

Me he prometido cambiar y no dejarme llevar por la fobia a los presupuest­os, los operarios que llegan a las ocho y desayunan a las ocho y media o la pereza de abandonar el piso unos días porque está en obras.

Y, entre tanto, me he prometido que en casa tampoco se hablará de decoración a la hora de cenar.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain