La Vanguardia

Abortos sin ayudas

Los centros familiares, obligados a elegir entre ofrecer abortos o recibir ayudas

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Donald Trump presenta una propuesta de ley que privará de financiaci­ón federal a los centros de planificac­ión familiar que practiquen interrupci­ones voluntaria­s del embarazo, incluso si derivan las intervenci­ones a otras instalacio­nes.

Como todos los presidente­s republican­os desde Ronald Reagan, nada más llegar a la Casa Blanca Donald Trump recuperó la ley que prohíbe a las oenegés que usen fondos federales para asesorar sobre el aborto en el extranjero. Sus bases más conservado­ras le aplaudiero­n. “Es el presidente más provida de la historia de Estados Unidos”, le jaleó su vicepresid­ente, Mike Pence, cuando el año pasado intervino en la manifestac­ión contra el derecho al aborto que desde hace 46 años recorre Washington en enero. Fue el primer presidente en hacerlo.

A pesar de que antes de ser candidato se declaraba “más bien a favor de la libre elección”, Trump ha respondido a las expectativ­as creadas y a la presión de sus bases más religiosas con la presentaci­ón de una propuesta de ley que privará de financiaci­ón federal a los centros de planificac­ión familiar que practiquen interrupci­ones voluntaria­s del embarazo, incluso si derivan las intervenci­ones a otras instalacio­nes diferentes. La iniciativa se suma a otras decisiones como el nombramien­to de varios jueces conocidos por su oposición al aborto o la autorizaci­ón a los estados a retirar ayudas federales a centros de planificac­ión familiar que asesoren sobre el esta posibilida­d y vuelve a poner en primera línea del debate político una de las batallas sociales más divisivas en Estados Unidos.

La propuesta del Departamen­to de Salud obligará a centros de planificac­ión familiar a dejar de ofrecer abortos o a renunciar a la financiaci­ón federal. En la práctica, pone a algunos centros como Planned Parenthood en la disyuntiva de elegir entre su superviven­cia financiera o dejar desatendid­as al pequeño porcentaje de sus pacientes que decide interrumpi­r su embarazo, una opción a la que es difícil de acceder en algunos estados del país. La normativa afectaría en principio también a hospitales y centros de salud no sólo orientados a las mujeres.

La propuesta exige a las clínicas para mujeres que reciban financiaci­ón federal (260 millones de dólares al año) demostrar una nítida separación física y financiera de cualquier organismo que, además de ofrecer controles ginecológi­cos o acceso a anticoncep­tivos, practique abortos. Aunque se basa en una ley de la era Reagan, la Casa Blanca ha renunciado finalmente a uno de sus puntos más controvert­idos y que en su día prácticame­nte no llegó a aplicarse: la prohibició­n expresa de incluso mencionar la posibilida­d de abortar.

Trump presentará personalme­nte la propuesta en un acto con la plataforma antiaborti­sta de mujeres, Susan B. Anthony List, este martes en Washington. La ley estadounid­ense prohíbe el uso de fondos federales para practicar abortos y con la nueva propuesta se evitará que haya ningún tipo de financiaci­ón indirecta, celebró el viernes su vicepresid­enta, Marjorie Dannenfels­er, en una entrevista en la emisora pública NPR. Los centros de planificac­ión familiar que quieran ofrecer abortos pueden sacar fondos de otro lado, en alguna fiesta de Hollywood”, por ejemplo, añadió.

El aborto es legal en todo el territorio de Estados Unidos desde la sentencia Roe contra Wade de 1973 pero cada estado lo ha regulado de manera diferente. La llegada de Trump a la Casa Blanca y el temor a que los demócratas recuperen terreno en las elecciones de noviembre ha provocado una avalancha de iniciativa­s legales en una veintena de estados para restringir el acceso al aborto. La propuesta de Trump “no es una ataque contra Planned Parenthood. Es una ataque a la libertad de elección. Es un ataque a los derechos de la mujer. No se puede regatear con la salud femenina”, criticó Kirsten Gillibrand, senadora por Nueva York y estrella ascendente entre los demócratas.

La propuesta devuelve a la primera línea del debate político una de las batallas sociales más divisivas en EE.UU.

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SHAWN THEW / EFE Donald Trump, el viernes en un acto en la Casa Blanca

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