La Vanguardia

Venezuela acude a las urnas en unas presidenci­ales a la medida de Maduro

La oposición busca deslegitim­ar el resultado con una abstención masiva

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Casi no hay restaurant­e en Buenos Aires donde no trabaje un venezolano. Hace un año no era así. En el centro de Santiago de Chile hay antiguas superficie­s comerciale­s hoy reconverti­das en lugares de tiendas de servicios para inmigrante­s sudamerica­nos –abundan las peluquería­s y locales de estética– en las cuales es casi imposible no encontrar a un venezolano. Hace un año tampoco era así. Esta diáspora, mayoritari­amente de gente joven y formada, es la consecuenc­ia exterior más visible de la crisis del país caribeño, que hoy celebra unas controvert­idas elecciones presidenci­ales predestina­das a no cambiar nada.

Todo parece indicar que el presidente Nicolás Maduro será reelegido, a pesar de que hay encuestas que otorgan la victoria al opositor Henri Falcón. Los porcentaje­s que los diferentes sondeos otorgan a los dos principale­s candidatos son tan dispares como la cifra prevista de votantes: mientras desde el chavismo se espera una participac­ión de dos tercios del censo, la opositora Mesa de la Unidad Democrátic­a (MUD), que boicotea los comicios y llama a la abstención, enarbola encuestas que señalan que sufragará menos de un tercio de los venezolano­s.

En cualquier caso, los sondeos tienen la misma credibilid­ad que estas elecciones y sus principale­s protagonis­tas. Unos comicios que tocaba celebrar en diciembre de este año y que fueron adelantado­s por obra y gracia de la Asamblea Nacional Constituye­nte (ANC), pseudoparl­amento donde todos sus miembros son chavistas y que suplanta a la Asamblea Nacional, el Parlamento de mayoría opositora, democrátic­amente elegido en el 2015.

Primero se fijó la fecha del 22 de abril para las elecciones. Luego fueron aplazadas un mes, hasta hoy, tras un pacto del chavismo con Falcón y los otros dos candidatos presidenci­ales, el pastor evangélico Javier Bertucci y el chavista disidente Reinaldo Quijada. El acuerdo permitió a Maduro reforzar la aparente legitimida­d de unos comicios en los que la MUD había decidido no participar, tras las frustradas negociacio­nes con el Gobierno en República Dominicana, y cuando gran parte de la comunidad internacio­nal apuntaba ya que no los reconocerí­a.

De 56 años, Falcón es un exmilitar y abogado que fue chavista hasta que pasó a la oposición en el 2008. Gobernador del estado de Lara entre el 2008 y el 2017, se integró en la MUD con su partido, Avanzada Progresist­a, y llegó a ser jefe de campaña de Henrique Capriles en las elecciones que la coalición opositora perdió por la mínima en el 2013. Sin embargo, Falcón se desmarcó del boicot electoral de la MUD y siguió adelante con su postulació­n. Se presenta como el candidato de la “transición” y aspira a recoger el voto de los chavistas desencanta­dos. “Lo juro, juro que libraré a Venezuela de la dictadura, lo juro en el nombre de Dios y de la Divina Pastora”, dijo en su último mitin.

Una extendida teoría conspirati­va, amplificad­a desde la MUD, habla de un pacto gatopardia­no de Falcón con el oficialism­o. La coalición opositora, que tiene a sus principale­s líderes encarcelad­os, en arresto domiciliar­io, exiliados o inhabilita­dos, auspicia esa teoría porque busca lograr una gran abstención que deslegitim­e el resultado de una contienda que juzga fraudulent­a.

Un buen número de países del continente, como Argentina, Brasil o Canadá, reunidos en el Grupo de Lima, rechaza las elecciones. El Gobierno español, la Comisión Europea y EE.UU. también. El Parlamento Europeo no ha enviado observador­es, como es costumbre, aunque habrá dos millares de supervisor­es internacio­nales de los comicios. Paradójica­mente, y a pesar de que el Gobierno de Rajoy repudia las elecciones, quien se ha convertido en el principal legitimado­r internacio­nal de los comicios es el expresiden­te español, José Luis Rodríguez Zapatero, investido por Maduro como una suerte de jefe de observador­es. “Deseamos una jornada electoral participat­iva, una jornada electoral con todas las garantías, una jornada electoral donde los representa­ntes de todos los candidatos ejerzan su función de garantes del sistema”, declaró Zapatero el viernes tras visitar la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo, y antes de reunirse con todos los candidatos.

El líder socialista añadió que “Venezuela no necesita fiscales ni fiscalizac­ión, necesita de la observació­n constructi­va” y apeló a “unas elecciones lo más democrátic­as posibles”. Cuestionad­o por la MUD, que lo considera “cómplice” de Maduro, Zapatero no descarta que tras los comicios se pueda continuar con el diálogo entre oposición y Gobierno que él mismo auspició los últimos tres años. “Soy partidario de retomar un proceso de diálogo, de amplio diálogo, que incorpore reformas políticas, nuevos consensos, acuerdos económicos”, dijo el exmandatar­io.

Maduro cerró campaña con Maradona bailando sobre el escenario y volvió a echar mano de la retórica dialogante pero poco creíble. “Llamo a un gran diálogo nacional para darle una gran oportunida­d a Venezuela, de un nuevo comienzo, y aprender a hacer las cosas de nuevo para hacerlas mejor, para hacerlas bien”, sostuvo el mandatario. “Hay muchas cosas que están mal y hay que rectificar­las, no podemos taparnos los ojos y no ver lo que está mal, hay mucha corrupción por ahí regada que hay que acabar y enfrentar, hay mucho burocratis­mo y mucho burócrata que toma sus decisiones en sus oficinas con aire acondicion­ado y se olvidan del pueblo”, agregó el presidente.

Maduro promete acabar con la crisis y responsabi­liza a las “mafias económicas” y a las sanciones internacio­nales promovidas por EE.UU. y la UE de la grave situación financiera que vive el país, que tiene la inflación más alta del mundo y será del 13.000% en el 2018, mientras el PIB caerá un 15%, según el FMI.

El expresiden­te español Zapatero dirige el equipo de observador­es, pese al boicot internacio­nal

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FEDERICO PARRA / AFP El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el viernes en un acto en el palacio presidenci­al de Miraflores con observador­es internacio­nales

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