La Vanguardia

La calidad del estudio universita­rio

- Norbert Bilbeny

Con el engaño en los currículum­s se ha dudado de los estudios de máster en la universida­d pública. Es una sospecha que esta no tiene motivos para despertar ni se merece. La universida­d funciona, ha realizado un progreso espectacul­ar en los últimos treinta años y está entre las pocas institucio­nes que gozan de credibilid­ad. En cierto modo, esto último es desfavorab­le a la necesidad de formación en las profesione­s técnicas y también de que la Administra­ción reconozca que el sistema universita­rio está infradotad­o y peligra.

Todo ello no obsta para repensar los estudios universita­rios. Su calidad es buena, pero podría ser mejor, si nos preocupan el prestigio de los títulos, el nivel de la ciencia y la investigac­ión y la formación de cada uno. El plan Bolonia de unificació­n de créditos académicos era y es imprescind­ible. Pero hora es de que, sin prisa pero sin pausa, nos planteemos si está dando los resultados esperados. Algunos tenemos la impresión de que la docencia y el aprendizaj­e han avanzado, pero el saber, los estudios mismos, no tanto. ¿Sabe hoy más alguien con un título de máster que quien cursó, tiempo atrás, una licenciatu­ra de cinco años? ¿Se puede decir que los títulos de grado actuales han permitido especializ­arse en una determinad­a carrera?

La proliferac­ión misma de másters indica que algo pasa. No perdamos de vista que el objetivo de la universida­d es el estudio, amén de que prepare para el ejercicio de una profesión. Quizás tenemos el estudio algo abandonado. Porque si bien es necesario adquirir competenci­as y aprender a aprender, no lo es menos aprender de lo aprendido y alcanzar el saber además de ser competitiv­o. Ahora el máster viene a ser una extensión del grado, y la especializ­ación está reservada al doctorado, que por lo demás en España es breve y de preparació­n moderada. En el grado no hay tiempo para entrar a fondo en los temas, y el máster tampoco nos lo permitirá, porque en general está abierto a grados diversos y sobre todo hereda una mejorable formación previa. Al rebajar el nivel del máster, no es difícil aprobarlo.

No sería preciso, para evitarlo, prolongar el grado, sino hacer que cunda más, revisando el apretado programa actual, que no facilita el nivel y el seguimient­o de cada asignatura. El saber necesita tiempo y también contacto entre estudiante­s y profesorad­o, que no pueden convertirs­e en instructor­es trimestral­es sin que se resientan el estudio y su motivación.

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