O muy grande o muy pequeño
Los dispositivos de muñeca comienzan a pasar de moda, para llegar unos más personalizados. Y discretos. Es el caso del anillo de Moti y del sostén deportivo de Omsignal (empresa de ropa biosensorial), ambos para controlar la actividad. O el de la ropa deportiva de Athos o Hexoskin, con sensores biométricos que miden el esfuerzo durante el entrenamiento y el del sensor ShotTracke, que instalado en una manga o muñequera registra las estadísticas de tiro de los jugadores de baloncesto (y da consejos para mejorar). También está el Lumo Run que se conecta al iPhone para proveer información de tu movimiento a tiempo real y las Radar Pace, que son las gafas de Oakley con audífonos integrados que envían los consejos de un entrenador automatizado. Más pequeños todavía son los microchips que se pueden ajustar a los cuerpos de los atletas para informar de su estado también en tiempo real. Un invento que el director ejecutivo (CEO) de la World Olympians Association, Mike Miller, propuso hace un año para combatir el dopaje en el deporte, pero sin conseguir en absoluto una buena acogida.
En el otro extremo, también hay máquinas enormes como la Alter G Anti-Gravity Treadmil (ideada por primera vez por la Nasa en 1980 para los astronautas) que reduce en un 20% el peso corporal y que usan sobre todo los maratonianos para sus entrenamientos o las personas con problemas de movilidad para su rehabilitación.