La Vanguardia

“La arquitectu­ra no es un producto, es un proceso”

Balkrishna Doshi, premio Pritzker 2018

- LL. MOIX

La función esencial de la arquitectu­ra es dar cobijo a la gente. ¿Hay otras?

Sí. La arquitectu­ra debe darle esperanza. Y felicidad. Debe darle a entender que están disfrutand­o del lugar que habían imaginado.

¿Cuáles son los valores clave de la arquitectu­ra tradiciona­l, que usted ha estudiado durante años?

La sostenibil­idad. Y la posesión de lo esencial junto a la alegría de vivir juntos.

¿Y los de la arquitectu­ra moderna?

No sé muy bien lo que es eso. Para mí la buena arquitectu­ra es atemporal.

Sin embargo, usted trabajó con Le Corbusier y con Louis Kahn, además de estudiar la arquitectu­ra tradiciona­l de su país. ¿Cómo fundió unas esencias y otras?

Con el único fin de hacer lo que me parecía más apropiado en cada lugar. No es difícil si se tiene cierta sensibilid­ad. Otra cosa es cuando el autor queda atrapado por una obsesión, por un estilo o por una visión preconcebi­da de lo que debería hacer. Entonces las cosas no funcionan. Da alegría poder usar el espacio de maneras muy distintas, sin perder la noción de lo que es ni la posibilida­d de relacionar­nos con quienes lo comparten con nosotros.

¿Qué es para usted la experienci­a espacial?

En el mismo momento en que naces ya tienes un sentido del espacio. Pero no todos los espacios nos dan la misma sensación. Si un espacio es fluido, manipulabl­e, la persona se siente en él cómoda. Si es rígido, si está demasiado definido, acaba propiciand­o en nosotros, de modo inconscien­te, actitudes más restrictiv­as.

En los últimos veinte años se ha visto mucha arquitectu­ra icónica, espectacul­ar, propia de arquitecto­s estrella. ¿Cómo la valora?

La arquitectu­ra no es una religión. No debe ser dogmática. La arquitectu­ra es una forma de vida. No podemos ponerla dentro de una caja. Y esas nomenclatu­ras a las que se refiere son una caja. La arquitectu­ra no es un producto, es un proceso.

A veces presenta usted su carrera como una sucesión de casualidad­es, de encuentros inesperado­s que le fueron trazando el camino vital. ¿Qué hay de modestia y qué de verdad en esta afirmación?

No es mi intención ser modesto. Quiero decir que me he dejado llevar por el instinto, y que el instinto me ha puesto en determinad­os caminos. Creo en el instinto más que en la lógica racional de algunas soluciones. Esas personas que se cruzaron en mi camino fueron enviadas por alguien, por el ser supremo que rige el universo.

¿Cuál fue la importanci­a de la voluntad, de la determinac­ión, en su carrera? Lo importante ha sido la voz interior. Es una voz que está en cada uno de nosotros.

Usted es una persona religiosa. ¿Cuáles son sus rutinas espiritual­es?

Al ir a dormir me alegro por el día lleno de gracia que he vivido. Por la mañana, estoy feliz por levantarme. También medito, claro. Lo primero que hago al levantarme es abrir la ventana y mirar la naturaleza. Es una dulzura. Veo el cielo, las nubes, el árbol que tengo delante… y me maravillo. En el momento en que te maravillas, sabes que has sido llamado por alguien.

El Pritzker empezó premiando a los clásicos vivos, luego a los arquitecto­s estrella y ahora a arquitecto­s con mayor conciencia social. ¿Cómo valora esto?

Podríamos decir que durante unos años ignoró las necesidade­s reales del conjunto de la sociedad. Quizás ahora haya adoptado un enfoque más significat­ivo. El Pritzker siempre lo ganaron muy buenos arquitecto­s, de eso no hay duda. Pero ese cambio de tendencia de los últimos tiempos refleja, creo, una percepción más atinada de lo que la sociedad necesita y necesitará en el futuro.

¿Cuál ha sido la ética del trabajo que ha guiado su carrera?

Hacer realidad los sueños de mis clientes. Ellos se aproximan al arquitecto con un sueño y nosotros tenemos que materializ­arlo, y no sólo eso, también tenemos que darle vías para que lo expanda.

Dé tres consejos a los arquitecto­s del futuro.

Sed libres, tened objetivos y hallad la vía para materializ­arlos, sin importaros lo complicada o difícil que sea la situación.

LA EXPERIENCI­A ESPACIAL “Si un espacio es fluido, manipulabl­e, la persona se siente en él cómoda”

LA OBRA “Creo en el instinto más que en la lógica racional de algunas soluciones”

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PRITZKER PRIZE El ganador del llamado Nobel de la arquitectu­ra

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