La Vanguardia

El Girona toca el cielo

Los jugadores de Machín firman un debut espléndido en Primera

- DOMINGO MARCHENA

Todo tiene su tiempo, dice el Eclesiasté­s. Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. Para plantar y cosechar. Para destruir y construir. Al UD Las Palmas le tocar ahora plantar para tratar de regresar cuanto antes a Primera. Al Girona, espléndido en su debut en la máxima categoría, le toca construir para mantenerse en la élite. Los dos conjuntos se enfrentaro­n ayer como se caen las hojas en otoño, porque no quedaba más remedio.

Hicieran lo que hicieran, nada salvaba ya a los locales del descenso. Perdidas las esperanzas de alcanzar posiciones europeas, los visitantes sólo se jugaban el consuelo de ser el segundo equipo catalán en la clasificac­ión, por delante del RCD Espanyol, cosa que ya han logrado, ganen o no hoy los blanquiazu­les (también hay un tiempo para llorar en el Eclesiasté­s, como saben los periquitos con la marcha de Gerard Moreno).

Pablo Machín, el técnico del Girona, dejó claro que no viajaría a Las Palmas para hacer turismo y que afrontaría el último partido como si fuera el primero. Hace falta que la suerte sea propicia el año que viene. Que se hagan fichajes tan buenos como el de Stuani, de 31 años, cuya contrataci­ón suscitó reticencia­s y que vive una segunda juventud: con su doblete de ayer ha firmado 21 goles esta temporada. Y que se suplan con acierto bajas como la de Maffeo, fichado por el Sttugart. Pero con un entrenador tan exigente y ambicioso como Machín, Montilivi puede convertirs­e en un Everest y las ilusiones de los aficionado­s podrán crecer en el estadio, que toma su nombre de una loma de 170 metros.

Menos de cinco minutos tardaron los visitantes en confirmar que lo suyo iba en serio, con un gran gol de Stuani, que se aprovechó de un descuido de Ximo Navarro, muy desacertad­o y quizá ya con la cabeza en Segunda. Los locales lograron empatar gracias a un penalti transforma­do por Calleri. Fueron vanas esperanzas. Demasiados partidos sin ganar. La primera parte terminó como terminó el partido, 1-2. No hubo concesione­s al calendario de Machín, que no hizo rotaciones. Convocó a los titulares, como el portero Yassine Bounou, que blocó un disparo a bocajarro de Halilovic. “Orgull gironí”, dice la camiseta rojiblanca. También en el Antiguo Testamento “hay un tiempo para reír y otro para bailar”.

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ELVIRA URQUIJO A. / EFE Los jugadores del Girona celebran el primero de los dos goles de Christian Stuani

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