La Vanguardia

Mochilando

- Pedro Nueno

Siempre digo que vivimos en un mundo global en el que todo tiende a ir igualándos­e. Un fenómeno curioso es el avance de las mochilas. Si coincido en las escuelas de dirección de empresas como el Iese, Harvard, mi escuela de China, Ceibs, en el momento en que entra o sale un grupo de alumnos que estén haciendo allí el máster, veo que son parecidos (estas escuelas son muy internacio­nales), visten de forma parecida, hablan en inglés y, eso sí, todos van con mochila. ¿Qué hay dentro de la mochila? Puedes ver a uno que busca algo y vacía la mochila. Hay libros y documentos académicos, un ordenador portátil, ropa, puede salir un bocadillo o un táper con comida. Cuando yo estudiaba no sé cómo habrían interpreta­do mis profesores que yo fuese por los pasillos de Harvard con mochila. La mochila, en aquellos tiempos, era para ir de excursión por la montaña. Al trabajo se iba con una cartera. Si eras un niño pobre te la traían los Reyes o Papá Noel y así los padres gastaban el dinero más eficientem­ente. Hay escuelas que incluso venden mochilas con el nombre de la escuela y así sus alumnos llevan la marca en la espalda.

La mochila tiene ventajas frente a la cartera. Deja las manos libres y los jóvenes pueden ir dándole al móvil, enviando y recibiendo fotos y mensajes. Si es un padre joven le permite llevar a su hijo pequeño en brazos. Tener las manos libres es una ventaja para muchas cosas, hasta para ir en moto o en bicicleta. Las mochilas además reparten muy bien su peso al apoyarse sobre los hombros y la espalda. Cada vez son más grandes. Pero la mayoría de los que van con mochila no son del todo consciente­s de cómo modifica sus dimensione­s. Esto queda claro si embarcas de los primeros en un avión y te toca un asiento en el pasillo con muchas filas por detrás. La gente va entrando, la

Es sorprenden­te que cargar los pasajeros de un avión sea un proceso tan lento cuando nos acercamos al 2020

mayoría de aviones tienen un pasillo estrecho, y de vez en cuando entra un grupo de chicos y chicas jóvenes, todos con mochila. Claro, alguno se gira para hablar o reír con los de atrás y no es consciente de que al girarse le pega un mochilazo al señor o la señora sentados en el asiento de al lado del pasillo. Si son de un colegio de Barcelona que van a Madrid y coincide que están en las últimas filas del avión, van felices y contentos hablando entre ellos y girándose hasta que todos sean consciente­s de que con el giro le dan a alguien, así que si son 25, por lo menos habrá 30 mochilazos.

El tema lo estimula el hecho de que muchos pasajeros llevan más equipaje de mano que el que cabe en el avión, sea en los compartime­ntos encima de los asientos o, como te repiten mil veces, debajo del asiento delantero. Siempre hay alguien con un maletín que no le cabe y prueba de ponerlo de otra forma, abre otro compartime­nto y mientras bloquea el acceso y, o no es consciente o pasa del tema. Obviamente, los niños bloqueados se giran una y otra vez disfrutand­o entre ellos.

Es sorprenden­te que cargar los pasajeros de un avión sea un proceso tan lento cuando nos acercamos al 2020 y llevamos más de 70 años haciéndolo.. En un vuelo de Barcelona a Madrid o viceversa, el tiempo de cargar y descargar las personas representa una parte importante del viaje, quizás la mitad del tiempo. La motivación de las aerolíneas, que son los clientes de quienes fabrican aviones, debe ser meter en el avión cuanta más gente mejor, no importa el tiempo que se tarde en hacerlo. No hablamos de algo totalmente nuevo, digital o biotecnoló­gico. Es entrar, llegar al sitio, dejar un maletín o una mochila en algún sitio seguro y sentarse. ¿Es posible que en el 2050 un avión del puente aéreo lleve 2.000 personas y tarde tres horas en embarcarlo­s, 15 minutos en volar y dos horas en desembarca­rlos? ¿Podríamos ponerle tecnología o algo a embarcar y desembarca­r?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain