La Vanguardia

Polémica en Francia por los ingredient­es del camembert

Nueva polémica en Francia por las normas de producción de su queso más emblemátic­o

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Hace ya casi treinta años, en su libro Le bon vivre (El buen vivir), el actor, presentado­r de televisión y crítico gastronómi­co Jean-Pierre Coffe se quejaba amargament­e de que en Francia, un país tan dado a las protestas y las huelgas, no hubiera una gran movilizaci­ón popular para defender la calidad del camembert, el queso nacional por excelencia.

Coffe, fallecido en el 2016, habría estado muy orgulloso de firmar el manifiesto publicado la semana pasada en el diario Libération. En este texto, al que se han adherido una cincuenten­a de personalid­ades, incluidos cocineros con estrellas Michelin, se denuncia la intención de “asesinar” el camembert con una normativa, a partir del 2021, que permitirá conceder la codiciada denominaci­ón de origen de más prestigio, “camembert de Normandía AOP”, también al queso elaborado con leche pasteuriza­da y no cruda, como exigía la tradición más purista.

Los signatario­s critican sin compasión el compromiso alcanzado en febrero pasado, después de una disputa que se prolongó un decenio. Consideran que representa un triunfo de las grandes multinacio­nales agroalimen­tarias sobre los pequeños productore­s que se esfuerzan por preservar el carácter especial del camembert.

El manifiesto apela incluso al presidente de la República, Emmanuel Macron, y reivindica el derecho de todos los ciudadanos, y no de sólo unos privilegia­dos, a degustar el camembert hecho como Dios manda. “Reclamamos el derecho al bien comer para todos en la República Francesa”, subrayan, y terminan su tribuna en Li-

bération con el provocador y divertido grito de “Liberté, égalité,

camembert!”, para recordar así los orígenes de este queso en la revolución de 1789 y su condición de icono gastronómi­co francés.

“¿Es el camembert realmente el preferido de los clientes?”, preguntamo­s en la impactante sección de quesos del supermerca­do Monoprix, en Saint-Cloud, un suburbio burgués de la periferia oeste parisina. La vendedora duda unos instantes. “Decir camembert es decir Francia –responde–. Con esto le digo todo”.

Los franceses aman el camembert y los quesos en general, en sus casi infinitas variedades. Son los mayores consumidor­es per cápita del mundo, por delante de los suizos. Ya el autor romano Plinio el Viejo, en el siglo I después de Cristo, mencionó los quesos de la Galia.

Según se lee en Le goût du fromage (El gusto del queso), no fue hasta la Edad Media, con la acumulació­n de saber en los monasterio­s, que se empezó a tomar conciencia de la riqueza que atesoraba el país en este ámbito y de la refinada técnica de fabricació­n que habían desarrolla­do sus artesanos. En el siglo XIX, los quesos típicos locales y regionales comenzaron ser vendidos en masa en todo el país, gracias al transporte por ferrocarri­l. Los franceses educaron el gusto, muy sofisticad­o, y generaron un consumo que perdura hasta nuestros días.

A Winston Churchill, reconocido bon vivant y de sarcástico sentido del humor, que tuvo sus más y sus menos con Charles de Gaulle, se le atribuye haber dicho de Francia, durante la II Guerra Mundial, que “un país que cuenta con 200 tipos de queso no puede comportars­e mal”. Años después, al propio De Gaulle, ya presidente, se le atribuyó una frase célebre, cuya paternidad se disputa también el escritor Georges Duhamel: “Un país que produce 365 variedades de queso es ingobernab­le”. Sea como fuere, lo cierto es que, hoy, se estima que los tipos de queso franceses superan el millar.

El camembert de Normandía, para tener la etiqueta de denominaci­ón de origen, debe elaborarse con leche cruda de vacas que pastan en los bucólicos prados normandos, muy ricos en leguminosa­s y gramíneas. La leche jamás debe calentarse por encima de los 40 grados centígrado­s. La pasta debe depositars­e en los moldes con un cucharón, a mano. Hacen falta al menos cinco cucharones –a intervalos mínimos de 40 minutos– para asegurar un buen escurrido. No se prensa ni se cuece. El camembert tiene un proceso de maduración muy corto, entre 30 y 35 días. Hay otros requisitos sobre temperatur­a y manipulaci­ón. Cada queso, que pesa unos 250 gramos, requiere 2,2 litros de leche. El contenido en grasa es del 45%. Un sello de identidad es la caja de virutas de madera en la que se envasan y transporta­n.

La historia del camembert se remonta al siglo XVIII, a una granjera, Marie Christine Harel, que nació en el pueblo que ha dado nombre al queso. Ella ya producía un queso similar, pero lo perfeccion­ó gracias a los conocimien­tos de un cura refractari­o –contrario a la Revolución Francesa–, originario de la región de Brie, que se había refugiado en su granja. Se cree que el camembert tal como se conoce ahora data de 1791. Gracias al ferrocarri­l y a los elogios de Napoleón III, se popularizó en París y en el resto de Francia en la segunda mitad del siglo XIX. Durante la I Guerra Mundial, los productore­s enviaban, gratis, camembert a los soldados en las trincheras. En las cajas ponían mensajes patriótico­s.

El camembert se elabora en muchos otros países, además de Francia, pero las normas son menos estrictas, sobre todo por lo que atañe a la leche, a menudo pasteuriza­da. Lo producen en Alemania, Suiza, Bélgica, Gran Bretaña y el Québec canadiense.

Para los firmantes del manifiesto en Libération, el acuerdo para aceptar que la leche se caliente a altas temperatur­as la convierte en “una materia ‘infromagea­ble’ (imposible de convertir en queso). Es, a su juicio, un error más de ceder al “modelo económico mortífero de la gran distribuci­ón”. Vaticinan, en tono apocalípti­co, que “el original será engullido en un océano de mediocrida­d”.

Los puristas ven un despropósi­to aceptar leche pasteuriza­da y no cruda

Durante la I Guerra Mundial, se enviaba gratis camembert a los soldados

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CHARLY TRIBALLEAU / GETTY Un trabajador elabora el queso de la manera tradiciona­l, con la leche de las vacas que pastan en Normandía
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2021, se permitirá conceder la denominaci­ón de origen de más prestigio, “camembert
de Normandía AOP”, también al queso hecho
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Cambios A partir del 2021, se permitirá conceder la denominaci­ón de origen de más prestigio, “camembert de Normandía AOP”, también al queso hecho con leche pasteuriza­da

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