Héctor Parra
Estreno de ‘Inscape’ de Héctor Parra
L’Auditori ha sido este fin de semana escenario del estreno de Inscape, una pieza del compositor barcelonés Héctor Parra. Un encargo de la OBC en el que el artista ha creado pensando en la física cuántica y dorándola de poesía.
Intérpretes: Ensemble Intercontemporain; Thomas Goepfer, informàtica musical; Michaela Kaune, soprano; Kazushi Ono, director Lugar y fecha: L’Auditori (19-20/ V/2018) “Cartografiar l’univers dins d’una sala de concerts”, se pregunta la autora de las notas al programa de mano; no sé si en consonancia con el compositor Héctor Parra o simplemente como formulación. No está mal, se han descrito viajes por el mundo sin salir de una sala más pequeña; incluso se han podido representar musicalmente los planetas; el poeta puede llegar a universos inexplorados por la prosa, dirían los modernistas... Y, si no pudiésemos soñar con la música, qué nos queda…
Lo cierto es que este encargo de la OBC (junto a diversos organismos europeos) a Parra, que se generó hace años con François Bou en la dirección técnica de la orquesta, acaba de ser realizado con multiplicidad de medios. Gran orquesta, junto a los especializados solistas franceses y una batería de medios informáticos y acústicos del Ircam (altavoces que rodean la sala) dieron forma sonora a esta partitura de una media hora de duración que, al menos al observador que habla, se hicieron muy breves. Incluso hubiese agradecido –y creo que una parte del público que aplaudió con entusiasmo también– su repetición. Y no sólo con ánimo de análisis, sino también de gusto. Aunque se que este ámbito del gusto no debe sustanciar la crítica, pero también he de decir que una sola escucha de tan importante propuesta nos sitúa sólo en el terreno de una apreciación primaria.
Y a ella vamos: Parra piensa en física cuántica y actúa en términos artísticos, que para el profano melómano es igual que si hablase de poesía. El arte de Occidente se ha desarrollado más o menos desde tiempos del humanismo en base al parámetro conceptual de la armonía, que reúne fe y razón, realizada con técnicas cambiantes de contrapunto, timbres, colores, técnicas… siempre presente el gran misterio. Y a pesar de que en la segunda mitad del siglo XX se han impuesto referencias para las vanguardias, tengo la sensación de que la música de Parra encuentra sus referentes más allá.
Más que en la técnica de tratamiento del sonido, en el sonido en sí, algo que ya encontramos en Debussy y en Stravinski, y los cito porque he creído percibir su presencia en diversos pasajes, en color, en timbre y en temática.
Un par de ejemplos: una pequeña frase de fagot en los primeros episodios que da entrada al tutti orquestal, o el pasaje de flauta del final. Pero sería largo establecer detalles objetivos para este espacio. Es una obra que hace culto al sonido, que siempre está en la frontera (incluso del magma ruidoso), que utiliza muy sutilmente los medios informáticos. Los pasajes de solos de cuerda hubiesen encantado a Messiaen. Y casi sin pensarlo estoy citando nombres que establecen una línea que llega a las orquestaciones de Dutilleux y de Guinjoan, brillantes, expresivas, plenas de color. Y Inscape parece avanzar con la electrónica algo más, no desdeña breves reiteraciones que establecen contacto con el oyente y que animan a seguir, esperando la sorprendente percusión (a veces etérea, como si dispusiese de un grupo de ángeles percusionistas, en lugar de los tradicionales).
No puedo alargar referencias a esta propuesta muy rica, con ideas y buena música. Cerró el programa una versión superficial de la 4.ª sinfonía de Mahler; difícil pasar de un mundo al otro. Para todos… Ono, que trabajó muy bien la obra de Parra, preciso, atento y con criterio, no profundizó en la gran tensión que supone esta obra, subrayó pasajes muy sutiles en la cuerda, no respondieron igual los vientos, con desigualdad, pero el contexto era muy difícil. Y la soprano alternó frases con dificultad en la articulación y en el fiato con otras delicadas y sensibles.