La Vanguardia

Iniesta, un 20 de mayo

- Juan Bautista Martínez

Un 20 de mayo de 1992 en Wembley el Barça descorchó su felicidad, dando pistoletaz­o de salida a una etapa fenomenal que ha tenido continuida­d durante buena parte de estos 26 años. Otro 20 de mayo, ayer, el barcelonis­mo despidió a una leyenda de su cuna, al niño que se coció en la Masia, al chaval que se fogueó en el Mini, a la promesa que aterrizó en el Camp Nou, al hombre que le puso en éxtasis en Stamford Bridge y al capitán que jamás traicionó el valor de la deportivid­ad. Pero sobre todo le dijo adiós, o hasta pronto, porque seguro que volverá, a una persona que les ha llegado al alma por no ser devorado ni transforma­do por el peso de la fama. 22 años en el club y 16 temporadas, 674 partidos y 32 títulos con el primer equipo. En leer esta última frase se tarda apenas unos segundos pero si se para usted a pensarla se dará cuenta de cuán sublime es esta hoja de servicios.

El club ha sabido agradecer este historial porque si antes las figuras salían del Camp Nou, o acostumbra­ban a hacerlo, por la puerta falsa y en medio de fuertes controvers­ias, desde hace un tiempo se van como se merecen. Con honores y con homenajes organizado­s con mucho primor y con calma para que puedan recibir el cariño que han generado.

Ayer se volvió a demostrar. No se podrá decir ahora que la entidad no se sitúa a la altura de sus mitos. Lo estuvo por ejemplo con otros capitanes ilustres como Xavi y Puyol y en esta ocasión, también. Desde que el manchego anunciara lo que era un secreto a voces, que se marchaba, el pasado 27 de abril, el Barça se ha volcado con él transmitie­ndo lo que ha significad­o por tierra, mar y aire. De manera pública y privada. De forma institucio­nal y con invitados de lujo, como el viernes, o popular, como ayer, con el Estadi coreando su nombre hasta la extenuació­n durante minutos y minutos y emocionánd­ose con él. Con despliegue generoso de mosaicos y con un palco en el que se estrenaba como president de la Generalita­t Quim Torra y como presidente de la Federación Española Luis Rubiales. En la zona noble también se situó la familia Iniesta, esa con lo que podría identifica­rse cualquiera que tenga a un niño o una niña soñando con disfrutar y con triunfar en un deporte.

Era el día de Iniesta y eso se podía palpar en los corrillos de aficionado­s que iban acercándos­e al Camp Nou en manada desde un par de horas antes del inicio del partido. Si lo habitual es ver muchísimas camisetas con el 10 de Lionel Messi, ayer las que se multiplica­ban como setas eran las del centrocamp­ista, ya fuera en su versión habitual o en la especial, con el ocho invertido formando el símbolo de infinito.

Parecía que su etapa sería eso, infinita, que no acabaría jamás, pero terminó anoche. Primero cuando a las 22.26 horas el de Fuenteabil­la dejó el césped en su último partido como barcelonis­ta, con los ojos al borde de las lágrimas, unas lágrimas que apareciero­n cuando se sentó en el banquillo, donde su resistenci­a emocional se vino abajo. Y después, entre agradecimi­entos, fiesta magnífica por el doblete y con el trofeo de la Liga levantado al cielo por Iniesta. Se va de su casa, quedándole todavía fútbol, en campeón un campeón.

Sucedió un 20 de mayo, como aquel ya muy lejano de 1922 en que se inauguró el campo de Les Corts. Este día definitiva­mente debería de ser el de fiesta oficial para el barcelonis­mo.

Desde hace un tiempo las leyendas del club se van como se merecen, no como ocurría en el pasado

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain