La Vanguardia

Los fármacos y la economía

- TRIBUNA Guillem Lopez i Casasnovas

Siempre he pensado que, a pesar de la importanci­a que tiene, se presta poca atención al sector farmacéuti­co. Y cuando se hace desde los medios, suele ser para destacar las ganancias, que son nuestros gastos, o algún mal funcionami­ento con impactos sobre la salud. Se le ha llegado a comparar con las productora­s de tabaco. Pero es bastante diferente: unas matan y el otro cura. O ambos lo intentan. El sector es interesant­e desde todas las vertientes: de la economía de la salud, la organizaci­ón industrial, la innovación, regulación y competitiv­idad, los derechos de propiedad, la logística, el medio ambiente, la gobernanza o las políticas públicas

Parte del silencio de este sector es querido: se puede pensar que ya les va lo bastante bien. En nuestro caso sorprende la importanci­a en empleo de muchas compañías y lo poco que sabemos de ellas. De las de aquí y de las de fuera. Boehringer, Esteve, Novartis, Grifols, Werfen, Almirall, Ferrer, Menarini, Bayer, Linde. Pequeños y grandes monstruos de empleo, tecnología, exportació­n y negocio. El compromiso de todas estas compañías con Catalunya merece conocimien­to y reconocimi­ento cuando sufren la incomprens­ión de una relación tan compleja como la que tienen con el Ministerio de Industria y Economía, que empuja la innovación y el empleo; el de Hacienda, atemorizad­o por el pago de las facturas y el de Sanidad, visto como un sector de gasto de la mano de profesiona­les y pacientes.

Las compañías no son angelitos pero no tienen una interlocuc­ión fácil. El regulador mira más el gasto y el impacto presupuest­ario que su contribuci­ón a la salud. Evalúa poco y no siempre bien, de manera que no premia lo bastante al innovador ni expulsa al marginal, cuando parte de la industria lucha por precios lineales, preservar cuotas de mercado con innovacion­es menores y un enjambre de visitadore­s médicos y comerciale­s que mueven la demanda.

Se habla poco de ella, pero la industria farmacéuti­ca tiene una importanci­a primordial para la economía catalana

Pero toda esta manera de hacer puede pronto periclitar de la mano de la tecnología más disruptiva, con aplicacion­es diversas en el sector de la salud. Medicament­os biosimilar­es, secuencia genómica, tratamient­os personaliz­ados... ponen en disyuntiva­s nuevas al sector. Si se ajustan rápidament­e, pueden perder un cash flow que todavía da rendimient­os lo bastante atractivos. Si se ignoran, cuando se quiera reaccionar se pueden encontrar ya fuera de mercado. Todo lo nuevo que llega requiere hablar de servicio más que de producto, de dispositiv­os más que de pastillas. Es un nuevo modelo de negocio. Y hace falta, por eso, que el medicament­o se inserte en la cadena de salud y no se vea como algo que va “a su bola” persiguien­do la ganancia con las buenas y malas artes de la inducción de la demanda. ¿Lo sabrán hacer los que han hecho de Catalunya la base de su actividad? La economía catalana se juega mucho. La industria del medicament­o es hoy un buen fármaco para mantener la salud de la economía de Catalunya.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain