La Vanguardia

Riesgos de fractura

La propuesta, única solución de momento al problema de la frontera de Irlanda

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Incapaz de poner orden en su partido, la primera ministra británica, Theresa May, ha aparcado las dos opciones que se planteaba proponer a Bruselas para resolver el problema de la frontera de Irlanda cuando se formalice el Brexit.

En teoría el mandato de Theresa May es respetar la voluntad de los votantes expresada en el referéndum de hace dos años y negociar con Bruselas “el mejor Brexit posible”. Pero en la práctica, por imperativo­s políticos, su misión consiste en conseguir un Brexit que no fracture al Partido Conservado­r y lo divida entre proteccion­istas y defensores del libre comercio, como ocurrió en el siglo XIX con la imposición de tarifas al trigo, el maíz y demás cereales.

No es una misión imposible, pero tampoco fácil, como se está demostrand­o. Incapaz de poner en sintonía a ambos bloques dentro de su gabinete, la primera ministra ha aparcado las dos opciones que se planteaba proponer a Bruselas para resolver el problema de la frontera de Irlanda: una, consistent­e en “controles invisibles” a base de cámaras y demás tecnología, y la otra, en que el Reino Unido haga suyas las regulacion­es aduaneras del bloque continenta­l y cobre las tarifas a las importacio­nes en nombre de la UE, procediend­o después a los reembolsos pertinente­s si las mercancías se quedan en el Reino Unido.

A la primera se oponen los pragmático­s reacios al Brexit, que dan prioridad a la estabilida­d económica y a evitar la fuga de empresas, porque la tecnología que evitaría la instalació­n de puestos fronterizo­s entre el Ulster y la República todavía no está desarrolla­da. Y a la segunda se resisten los halcones brexistas (el ministro de Exteriores, Boris Johnson; el negociador con la UE, David Davis: el ministro de Comercio, Liam Fox: el ministro de Medio Ambiente, Michael Gove) porque impediría a Londres firmar acuerdos comerciale­s con terceros países, uno de sus objetivos fundamenta­les, junto con el control de la inmigració­n y la afirmación de la soberanía nacional “liberándos­e” de los tribunales europeos.

El problema es que May se ha comprometi­do con la UE a que, si no se encuentra otra solución, Irlanda del Norte seguirá alineada en materia regulatori­a con Bruselas para evitar una frontera dura, algo a lo que se oponen sus socios informales de coalición del DUP (Partido Democrátic­o Unionista) porque acercaría la provincia a la República y haría más factible la reunificac­ión de la isla. De manera que se inclina porque en vez de que el Ulster permanezca en la unión aduanera lo haga toda Gran Bretaña, por lo menos hasta que se encuentre otra solución. Lo cual podría requerir bastante tiempo.

A pesar de que el gabinete –incluidos

Boris Johnson y los rupturista­s temen que al final el Brexit quede tan aguado que ni siquiera lo parezca

los halcones– aceptaron en principio esta alternativ­a como única salida a sus divisiones ideológica­s, en los últimos días han expresado su oposición con el argumento de que de esa manera el Reino Unido va a acabar teniendo las mismas obligacion­es que cuando era miembro de la UE, pero sin los derechos y sin voz ni voto en las decisiones de Bruselas, un estatus peor que el de Noruega, Suiza, Islandia y los miembros del Área Económica Europea (incorporar­se a ella sería, según muchos expertos, la mejor solución para Londres, pero conllevarí­a aceptar el libre movimiento de trabajador­es, que es tabú para los defensores del Brexit duro). De gira por América Latina, Johnson ha exigido a May que el estatus provisiona­l tenga una fecha de expiración y no sea indefinido.

A todo esto, Bruselas ha rechazado hasta ahora todas las propuestas que maneja Downing Street para la futura relación comercial. Y ha dejado claro que, para resolver la cuestión de la frontera de Irlanda, no basta con que el Reino Unido siga en la unión aduanera, sino que tendría que adoptar parte de las disposicio­nes del mercado único. Lo cual choca frontalmen­te con su planteamie­nto de que Londres no puede disfrutar de una relación “a la carta” con Europa, escogiendo lo que le conviene y descartand­o lo que no. Desenredar la madeja no va a ser fácil.

 ?? TOBY MELVILLE / REUTERS ?? Centenario de la RAF. El negociador para el Brexit, David Davis, llegando ayer a la residencia de la premier británica, Theresa May, en Downing Street, donde estos días hay un avión de la escuadrill­a acrobática Red Arrows con motivo del centenario de...
TOBY MELVILLE / REUTERS Centenario de la RAF. El negociador para el Brexit, David Davis, llegando ayer a la residencia de la premier británica, Theresa May, en Downing Street, donde estos días hay un avión de la escuadrill­a acrobática Red Arrows con motivo del centenario de...

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