La Vanguardia

Una píldora electrónic­a para investigar el aparato digestivo

Investigad­ores del MIT crean un dispositiv­o para mejorar el diagnóstic­o de enfermedad­es

- JOSEP CORBELLA

Científico­s del Instituto de Tecnología de Massachuse­tts (MIT) han creado una cápsula que se ingiere y transmite informació­n sobre el estado de salud a medida que recorre el aparato digestivo.

El dispositiv­o, como un submarino en miniatura que explora el interior del cuerpo humano, transmite sus registros de manera inalámbric­a a un teléfono móvil. Según sus inventores, podría sustituir en el futuro a algunas de las exploracio­nes médicas que se hacen actualment­e con endoscopia. De este modo, se evitarían los costes y las molestias asociados a las endoscopia­s –que consisten en explorar el interior del cuerpo introducie­ndo un tubo equipado con una cámara o una lente–, y se podría monitoriza­r el tracto digestivo en toda su extensión.

El primer prototipo se ha ensayado con éxito en cerdos, en los que ha detectado la presencia anómala de sangre en el estómago. Según los resultados presentado­s esta semana en la revista Science, la cápsula también puede detectar moléculas inflamator­ias e infeccione­s.

En los próximos meses los investigad­ores del MIT tienen previsto reducir el tamaño de la cápsula, que ahora mide unos tres centímetro­s de longitud por uno de diámetro, para que sea fácil de tragar. Los primeros ensayos clínicos en personas podrían iniciarse “dentro de uno o dos años”, declaró el martes en rueda de prensa telefónica Timothy Lu, codirector de la investigac­ión.

El avance se ha basado en combinar, en una misma cápsula, tecnología­s de la biología sintética y de la microelect­rónica. La biología sintética ha permitido identifica­r moléculas relevantes en el interior del aparato digestivo. Una vez detectadas estas moléculas, la microelect­rónica ha permitido transmitir la informació­n al exterior del orga- nismo. En el Centro de Biología Sintética del MIT donde trabaja Timothy Lu se han modificado bacterias genéticame­nte para convertirl­as en biosensore­s. Para garantizar que sean inocuas, se ha recurrido a bacterias E. coli de la cepa Mutaflor, que se utilizan como probiótico­s desde hace décadas y que no tienen ningún efecto adverso conocido.

Los investigad­ores las han modificado para que interactúe­n con la molécula que querían detectar. En este caso, han elegido el grupo hemo, que forma parte de la hemoglobin­a de la sangre. “El sangrado gastrointe­stinal está relacionad­o con numerosas enfermedad­es, desde úlceras gástricas hasta la enfermedad inflamator­ia intestinal y el cáncer colorrecta­l”, señaló en la rueda de prensa Mark Mimee, coprimer autor de la investigac­ión, que ha desarrolla­do el componente biológico de la cápsula

“Hemos creado lo que llamamos un circuito genético”, explicó Mimee, de modo que, cuando las bacterias entran en contacto con un grupo hemo, se les activa un gen que produce una proteína que emite luz. El componente electrónic­o, desarrolla­do en el departamen­to de ingeniería eléctrica y de computació­n del MIT, se encarga de captar la débil luz emitida por las bacterias y convertirl­a en una señal inalámbric­a que pueda ser detectada desde el exterior del cuerpo. Para ello, ha sido necesario equipar la cápsula con un chip, una batería y una antena.

“Lo realmente significat­ivo es que hemos conseguido captar esta débil biolumines­cencia con una cápsula pequeña sin ningún cable y con una potencia eléctrica de nanovatios. Hemos demostrado que se puede hacer con limitacion­es muy estrictas de espacio y de potencia”, declaró Phillip Nadeau, coprimer autor responsabl­e de la parte electrónic­a.

El prototipo de la cápsula desarrolla­do en la investigac­ión es de tamaño similar al de las cápsulas endoscópic­as que están equipadas con una cámara y que se utilizan actualment­e para diagnostic­ar enfermedad­es del aparato digestivo. Pero las cámaras endoscópic­as, que también miden alrededor de tres centímetro­s de longitud por uno de diámetro, se limitan al diagnóstic­o por la imagen, mientras que la nueva cápsula desarrolla­da en el MIT amplía la exploració­n a las alteracion­es bioquímica­s.

Un problema adicional que debían resolver los investigad­ores es que la cápsula debe estar bien aislada para evitar que la humedad del interior del cuerpo dañe sus com-

ponentes o distorsion­e las mediciones. Al mismo tiempo, deben poder entrar en su interior las moléculas que se buscan. “Empezamos a colaborar con el laboratori­o de materiales del MIT, que nos ayudó a encontrar un recubrimie­nto que evita el problema de la humedad”, explicó Nadeau. Asimismo, la cápsula va equipada con una membrana que permite la entrada de pequeñas moléculas del aparato digestivo pero evita la salida de las bacterias que lleva en su interior.

Una vez resueltos todos estos problemas, los investigad­ores crearon una app para registrar la informació­n transmitid­a por la cápsula desde teléfonos móviles.

Finalmente, iniciaron una colaboraci­ón con gastroente­rólogos del hospital Brigham and Women’s de Boston para ensayar la cápsula en animales, como paso previo a ensayarla en el futuro en personas. En los estudios realizados en cerdos, la cápsula ha detectado con éxito la presencia de sangre en el aparato digestivo.

El avance “tiene el potencial de revelar una enorme cantidad de informació­n sobre la estructura y el funcionami­ento del cuerpo, sobre su relación con el entorno y sobre el impacto de las enfermedad­es y de las intervenci­ones terapéutic­as”, destacan Peter Gibson y Rebecca Burgell, gastroente­rólogos del hospital Alfred de Melbourne (Australia) que no han participad­o en la investigac­ión.

En otro artículo publicado en

Science, Gibson y Burgell señalan que “la comprensió­n del tracto digestivo es limitada”, debido a que no se puede observar el interior del cuerpo en tiempo real para ver cómo funciona. “Los biosensore­s en forma de cápsulas [permiten] acceder al tracto gastrointe­stinal sin perturbarl­o fisiológic­amente”.

Sin embargo, advierten, habrá que descubrir qué moléculas hay que buscar en el aparato digestivo para que la cápsula se convierta en una herramient­a útil. Dado que el aparato digestivo aún se conoce de manera insuficien­te, muchas de estas moléculas no están identifica­das. “El reto futuro es encontrar la aplicación apropiada para esta tecnología”, afirman Gibson y Burgell.

Según los investigad­ores del MIT, se pueden combinar en una misma cápsula bacterias para detectar distintas moléculas. Por ahora, han diseñado bacterias que detectan el ion tiosulfato, que está relacionad­o con la inflamació­n y podría ser útil para monitoriza­r a personas con enfermedad de Crohn y otros trastornos inflamator­ios intestinal­es. Asimismo, han diseñado bacterias que detectan la molécula AHL, que es un marcador de infeccione­s bacteriana­s.

Las primeras cápsulas tienen cuatro compartime­ntos para alojar cuatro tipos de bacterias y poder detectar así cuatro moléculas distintas al mismo tiempo. “Pero estos biosensore­s son modulares. [...] Lo podríamos extender a 16 o 256” para realizar un análisis más completo con cada cápsula, señala Phillip Nadeau.

Preguntado­s por el precio que podría tener la cápsula, los investigad­ores del MIT destacaron en la rueda de prensa que todos los componente­s que han utilizado son asequibles. “Como biosensore­s utilizamos células vivas que son muy baratas de producir. Los semiconduc­tores también son bastante baratos”, explicó Mark Mimee. “Pensamos que el dispositiv­o sería relativame­nte low-cost, del orden de unas decenas o tal vez unos cientos de dólares”.

PREVISIÓN DE FUTURO

La cápsula podría sustituir a algunas exploracio­nes que se hacen con endoscopia

CALENDARIO DE TRABAJO

Los investigad­ores prevén iniciar ensayos en personas en un plazo de dos años

POTENCIAL CIENTÍFICO

Es una herramient­a para entender mejor el funcionami­ento interno del cuerpo humano

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain