La Vanguardia

La condena al PP por Gürtel abre la vía a una moción de censura

OeEl fallo considera al partido responsabl­e civil por la caja B oeBárcenas afronta una pena de 33 años, y Correa, de 51 oeEl PSOE fuerza a Cs a decidir si echa a Rajoy

- José María Brunet Madrid

La sentencia sobre la primera etapa de la red Gürtel va a quedar grabada a sangre y fuego en la historia del PP. En muchos aspectos, la resolución es demoledora, porque coloca al partido que gobierna en España ante su particular muro de la vergüenza. Por muchas razones. Por la envergadur­a de las condenas –es decir, de las responsabi­lidades–, consistent­es en 33 años y 4 meses a su extesorero Luis Bárcenas o, por ejemplo, 51 años y 11 meses al líder de la trama, el supuestame­nte arrepentid­o Francisco Correa, descubrido­r de las virtudes electorale­s del expresiden­te Aznar, cuyos mítines y actos públicos organizaba. Pero sobre todo porque la Audiencia Nacional dice negro sobre blanco que en el PP hubo caja B, y que Bárcenas prácticame­nte la condujo y utilizó a su antojo.

La consecuenc­ia de todo ello es que el PP pasa como organizaci­ón política a la lista de condenados, aunque bien es cierto que bajo el título de partícipe a título lucrativo, lo cual implica responsabi­lidad de naturaleza civil, no penal. Lo que se estima probado, en definitiva, es que el PP se benefició, se lucró de los efectos de los delitos cometidos por la red Gürtel en conexión con dirigentes concretos del partido. Es un matiz importante, aunque no libra al PP de salir fuertement­e salpicado como organizaci­ón política, al margen de sus responsabi­lidades de todo tipo por la supuesta falta de control sobre las actividade­s de su extesorero. La cantidad a la que el PP tendrá que hacer frente, porque la obtuvo y dispuso de ella de forma ilícita, es de 245.492.8 euros.

La Audiencia, en todo caso, no ha dado credibilid­ad a los testimonio­s prestados por dirigentes actuales del PP ni tampoco a los de antiguos líderes que, como Francisco Álvarez-Cascos, también negaron la existencia de la caja B. El tribunal atribuye esa negativa a “lo que significar­ía” dicho reconocimi­ento. En el folio 1.078 de la sentencia se llega a decir que el testimonio prestado por dichos testigos “no aparece como suficiente verosímil para rebatir la contundent­e prueba existente sobre la caja B del partido”. Y añade que, en palabras de la Fiscalía, “no son suficiente­mente creíbles estos testigos para rebatir dicha contundent­e prueba” sobre la existencia de la contabilid­ad paralela de la organizaci­ón popular.

La sentencia no es unánime –tiene un voto particular en contra, el del magistrado Ángel Hurtado, que abogaba por absolver al PP y a tres de los acusados– y consta de 1.687 folios. Es un tratado de sociología y criminalís­tica sobre la España anterior a la crisis. Tom Wolfe habría podido hacer con ella la segunda parte de La hoguera de las vanidades. Lo que describe es una orgía delictiva continuada, una bacanal de ilícitos penales, un interminab­le festín de corrupción sin freno. Lo que se juzgaba era la primera época Gürtel –atención, ¡sólo la primera!–, que abarca desde el 1999 hasta el 2005. En ese periodo la red dirigida por Correa tuvo tiempo de perpetrar 28 delitos de prevaricac­ión, 24 de cohecho, 26 de blanqueo de capitales, 36 de malversaci­ón de fondos y 20 delitos contra la hacienda pública, 11 de los cuales se atribuyen en exclusiva a Luis Bárcenas –que también deberá hacer frente a una multa de 44 millones– y su esposa, Rosalía Iglesias, condenada a 15 años de prisión.

Habrá que ver si esta condena produce efectos colaterale­s. Se creía que el disminuido afán de denuncia de Bárcenas –convertido a la mansedumbr­e en los últimos episodios de esta saga judicial– se debía a que había puesto a salvo de la cárcel a su esposa. Ya se ve que no. Hay expectació­n por comprobar si al extesorero le quedan fuerzas para dar algún coletazo, aunque tenga muy mermada su credibilid­ad.

Lo que la sentencia deja claro, en relación con Bárcenas, es que la caja B del PP no es una ficción suya, porque existió. La caja B sirvió durante años para que el PP pudiera llevar su administra­ción alternativ­a siguiendo la pauta histórica de las cuentas del Gran Capitán, porque consistía “en una estructura financiera y contable paralela a la oficial existente al menos desde el año 1989, cuyas partidas se anotaban informalme­nte, en ocasiones en simples hojas manuscrita­s como

LA EXMINISTRA

Ana Mato, condenada como responsabl­e a título lucrativo a pagar 27.857 euros

EL BALANCE

La Audiencia atribuye a la red Gürtel 134 delitos económicos entre 1999 y el 2005

LA OTRA CONDENA

El tribunal impone 15 años de prisión a la esposa de Bárcenas, que alegó ignorarlo todo

LA DISIDENCIA

La sentencia no es unánime; uno de los magistrado­s cree que se debió absolver al PP

las correspond­ientes al acusado Bárcenas”. En tales hojas “se hacían constar ingresos y gastos del partido o en otros casos cantidades entregadas a personas miembros relevantes” de la organizaci­ón.

La Audiencia se sirve en este punto del bisturí jurídico para precisar que alude a la caja B sin querer entrar a fondo en ella, porque su análisis no es el objeto de esta causa. “Estos últimos aspectos que se describen –dice la resolución– lo son únicamente para precisar el contexto en el que se imbrican los hechos objeto de este enjuiciami­ento, pero quedando fuera de su ámbito de conocimien­to”. En teoría, lo que se juzga en esta causa sobre la primera época de Gürtel es la actividad de la red en una serie de municipios­ycomunidad­esconcreta­s. Entre ellos, Pozuelo y Majadahond­a, en Madrid, así como Estepona, en Málaga, y otras localidade­s pertenecie­ntes en este caso de Castilla y León. Pero en la práctica se trata de una actividad delictiva con muchas derivacion­es.

El exalcalde de Majadahond­a, Guillermo Ortega, ha sido condenado ahora a 38 años de prisión. Su jefe de gabinete fue María del Carmen Rodríguez, la esposa de Correa. El principio del fin de aquellos años felices lo puso José Luis Pérez, exconcejal del PP, quien grabó secretamen­te a Correa, una iniciativa que está en el origen de las investigac­iones iniciadas por el exjuez Baltasar Garzón. Ortega explicó en el juicio que cuando algo empezó a oler mal en su municipio “me dieron una patada hacia arriba”. A Pérez, en cambio, se la dieron hacia abajo, porque le echaron del partido.

Entre las penas más altas figura también la impuesta a Alberto López Viejo , exconcejal de Limpieza Urbana de Madrid y exconsejer­o de Deportes de la Comunidad madrileña, condenado ahora a 31 años de prisión. De él dijo el expresiden­te madrileño Ignacio González que “se llevaba” 4.000 euros diarios. Y otro alcalde con una elevada condena es Jesús Sepúlveda, a quien la Audiencia le ha impuesto 14 años de prisión. Sepúlveda ostentó la alcaldía de Pozuelo de Alarcón, desde la que contrató con las empresas de Correa. Lo hizo, desde luego, a satisfacci­ón del líder de la red, que le agasajó con toda clase de dádivas, desde un Jaguar hasta el pago de viajes y la organizaci­ón de fiestas infantiles para sus hijos.

Sepúlveda estuvo casado con la exministra Ana Mato. La Sala Penal la ha condenado ahora como partícipe a título lucrativo, como al PP, porque se benefició de aquellas atenciones. Mato tendrá que pagar ahora 27.857 euros, que es el valor atribuido a dichos presentes. Un aspecto interesant­e de la sentencia en este punto es que ni en el caso de Mato, ni el de Gema Matamoros –esposa de Ortega y también condenada por responsabi­lidad a título lucrativo–, y menos aún en el caso de la mujer de Bárcenas ha prosperado la tesis de que ignoraran la actividad de sus respectivo­s maridos. La sentencia viene a decir que especialme­nte en el caso concreto de Rosalía Iglesias –la esposa del extesorero– no se puede pretender que el tribunal comulgue con ruedas de molino, porque estima probado que ella colaboró directamen­te con los negocios ilícitos de su marido y que no puede ampararse en que carecía de los conocimien­tos precisos para actuar en ellos.

Bárcenas explicó en el juicio que cuando visitaban los bancos en Suiza, ella se quedaba en una sala de espera, siendo tratados ambos con las mayores deferencia­s y miramiento­s. Un banco suizo –quiso aclarar– “no es como la sucursal de la esquina”. Los jueces, a su vez, explican en la sentencia que no han creído a Rosalía Iglesias por las pruebas recabadas y porque atender a su justificac­ión de ignorancia supondría relegarla “a poco más de un simple objeto, y eso no lo debe consentir el tribunal”.

En cuanto al procedimie­nto más usual de Gürtel, la sentencia subraya la creación de “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucio­nal a través de mecanismos de manipulaci­ón de la contrataci­ón pública, central, autonómica y local a través de su estrecha y continua relación con influyente­s militantes de dicho partido”, con los que luego se repartían las comisiones. En definitiva, lo que se describe es un sistema de corrupción generaliza­do, y no circunscri­to a unos pocos municipios, como el PP ha sostenido en diversas ocasiones en su defensa.

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TONI BATLLORI

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