La Vanguardia

“Si no hay desarrollo en el campo colombiano, no habrá paz”

Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda de Colombia

- BOGOTÁ

En vísperas de la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales, el electorado colombiano está polarizado entre la derecha de Iván Duque y la izquierda de Gustavo Petro, que propone una radical transforma­ción social y económica. Con la excepción de Sergio Fajardo, el exalcalde de Medellín, el centro desaparece. Esto puede ser el resultado de un llamativo dato: Colombia es el país más desigual de América Latina después de Honduras. Mauricio Cárdenas, actualment­e ministro de Hacienda en el Gobierno de Juan Manuel Santos y dirigente del Partido Conservado­r de Colombia, dice en esta entrevista que las brechas socioeconó­micas son consecuenc­ia de la guerra. Si no se logra un fuerte desarrollo económico en las zonas rurales castigadas por la guerra y el narcotráfi­co, la paz no será sostenible. Pide inversione­s por la paz.

Un reciente informe de Naciones Unidas insiste en que no puede haber crecimient­o y desarrollo en America Latina sin reducir la desigualda­d. ¿Cómo responde usted?

Gran parte de esa desigualda­d tiene que ver con la brecha gigantesca­s entre las zonas rurales y las urbanas. Y esto tiene que ver con la violencia. La guerra en Colombia fue un conflicto rural. La paz requiere desarrollo rural. Si no hay desarrollo en el campo, no habrá paz. Vamos a dedicar más recursos de la inversión pública a las zonas rurales afectadas por la violencia, lo cual había sido imposible debido a la presencia de grupos alzados en armas. Pero el sector público no va a ser suficiente, hay que llevar sector privado.

¿Cómo?

Se necesitan incentivos. Hemos creado dos mecanismos. Exención del impuesto de la renta durante diez años para las empresas que se creen en esos 344 municipios rurales más afectados por la violencia. Y se han creado 407 empresas ya. Y en segundo lugar, cualquier empresa puede, en vez de aportar sus impuestos al fisco, dedicar hasta un 50% para realizar inversión en infraestru­cturas, escuelas... en esos municipios. Treinta empresas van a aprovechar esa oferta, haciendo inversión en agua, educación electrific­ación rural. Hemos aprobado 23 proyectos.

El FMI aplaude a Colombia pese a la desigualda­d. ¿Por qué ? Lo que suele ocurrir en América Latina es que, a corto plazo, gestionar la coyuntura, bajar la inflación, reducir el déficit y equilibrar la situación externa ha sido tan complejo que los problemas estructura­les se agravan. Y los ajustes siempre han supuesto un deterioro terrible de todos los indicadore­s sociales. Eso no ha pasado en Colombia. Afortunada­mente, en los últimos años hemos logrado la estabiliza­ción macroeconó­mica y, al mismo tiempo, Colombia sigue progresand­o socialment­e.

¿Cómo fue el ajuste por la caída del precio del petróleo? Fuertísimo ajuste necesario. En el 2013 exportamos crudo por 60.000 millones de dólares. Y en el 2016 exportamos solo 34.000 millones de dólares. Casi la mitad. Hemos tenido una recesión, deterioro de empleo y aumento de la pobreza. Perdimos una quinta parte de los ingresos fiscales. Eso nos obligó a recortar el presupuest­o pero lo hicimos de forma muy selectiva. No recortamos el presupuest­o del sector educativo sino que lo aumentamos por encima del de defensa. Tuvimos que hacer grandes esfuerzos para financiar los programas que llegan a las regiones más pobres.

Gustavo Petro considera que se debería reducir drásticame­nte la dependenci­a de materias primas como el petróleo y el carbón para evitar estas crisis y para combatir el cambio climático. ¿Qué cree usted?

Hace diez años, unos economista­s llegaron de la Brookings Institutio­n de Washington a Bogotá y dijeron que los avances sociales logrados durante a la década del boom de materias primas sería flor de un día. Todo volverían a ser igual que antes. En nuestro caso, eso no pasó. Ahora bien, no le conviene a Colombia que el 50% de sus exportacio­nes sean de petróleo o, como ocurrió en el 2013, el 20% de los ingresos fiscales vengan del petróleo. Eso genera grandes vulnerabil­idades. Sería un error grande negar que esa dependenci­a es negativa. Sin embargo, eso no quiere decir que podamos prescindir de estos sectores. El sector petrolero hay que seguir apoyándolo. Eso sí, hay que crear condicione­s para que surjan otros: industrial, agropecuar­io, turismo. ¿Cómo? Pues un primer paso es la paz sostenible.

¿Cómo se justifica recortar el impuesto sobre los beneficios de las empresas en un país tan desigual?

Últimament­e se ha producido una gran competenci­a tributaria entre todos los países que compiten para captar inversione­s. Y lo hacen bajando el impuesto de sociedades. Es la llamada race to the bottom

(carrera hacia el fondo, debido a competenci­a destructiv­a). Trump acaba de hacer lo mismo. Nosotros perdimos una parte importante de la renta por la caída del precio del petróleo. Necesitamo­s compensar esta pérdida con otros sectores industrial­es, construcci­ón, infraestru­cturas, agricultur­a. Y para que crecieran había que bajar los impuestos. Así que para compensar subimos el IVA, del 1% al 19%. Fue muy impopular. Pero era la única forma de cuadrar el presupuest­o sin recortar programas sociales.

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ANDREW HARRER / BLOOMBERG Mauricio Cárdenas

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