La Vanguardia

Cómo volver a la pantalla del radar

- Enric Juliana Pedro Sánchez

tiene un problema muy serio desde octubre del 2017, cuando tuvo que ponerse en posición de firmes ante la inminente aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón en Catalunya. El problema es el siguiente: el PSOE ha desapareci­do de las pantallas de los radares.

El día 2 de octubre del 2017, el Partido Socialista envió su última señal potente como primer partido de la oposición. Su grupo parlamenta­rio en el Congreso presentó una moción de reprobació­n de la vicepresid­enta Soraya Sáenz de

Santamaría por las cargas de las fuerzas policiales durante la aciaga jornada del 1 de octubre en Catalunya. Desaprobac­ión de la poderosa vicepresid­enta. Palabras mayores en aquel contexto de alta tensión. El día 3 de octubre habló el Rey. Un discurso que será recordado durante muchos años y que dará pie a diversas interpreta­ciones históricas sobre el devenir de España. Un discurso crucial.

Dos semanas después, el PSOE retiraba del Parlamento la moción reprobator­ia e iniciaba discretas negociacio­nes con el Gobierno con vistas a la aplicación del 155. Pedro Sánchez enmudeció de golpe. Parecía estar en arresto domiciliar­io. Al secretario general socialista no le gustó nada esa apreciació­n. “No estoy en arresto domiciliar­io, estoy negociando la reforma de la Constituci­ón”, respondió aquellos días, visiblemen­te contrariad­o. Efectivame­nte, Sánchez puso tres condicione­s para el imprescind­ible apoyo socialista al 155: un periodo de intervenci­ón corto, sin afectar a los medios de comunicaci­ón de la Generalita­t, y la creación de una comisión parlamenta­ria sobre la cuestión territoria­l, como paso previo para la reforma constituci­onal.

Mariano Rajoy aceptó las dos primeras condicione­s (se convocaron elecciones en Catalunya de manera inmediata) y no desmintió la tercera: el asfaltado de una pista hacia la reforma constituci­onal. No la desmintió, pero tampoco la confirmó. Rajoy suele actuar así cuando quiere sacarse algo de encima. La comisión de debate territoria­l nació muy debilitada –sin los soberanist­as catalanes, sin el PNV y sin Podemos–, y Ciudadanos le acaba de dar la puntilla retirándos­e de la misma hace unas semanas. Los resultados del PSC no fueron buenos en las elecciones catalanas. El 155 ha sido la gran pista de despegue de Ciudadanos y el PSOE ha entrado en una fase de creciente invisibili­dad.

Hace unos meses, la obsesión de Sánchez era Podemos. Hablaba y vestía como los dirigentes de Podemos. Desde hace unas semanas su preocupaci­ón es el fuerte despegue de Ciudadanos. Ahora empieza a hablar como Albert Rivera sobre algunos asuntos. Hace apenas cuarenta y ocho horas, el miércoles por la noche, después de la aprobación de los presupuest­os del 2018 con el imprescind­ible apoyo del Partido Nacionalis­ta Vasco, Rajoy parecía a salvo, con dos años por delante para intentar levantar cabeza. Ayer por la mañana, la sentencia del caso Gürtel, unida al ingreso en prisión de Eduardo Zaplana, dejaba al PP muy noqueado. Muy tocado.

El PSOE tiene ahora la posibilida­d de reaparecer en la pantalla de los radares presentand­o una moción de censura. Esa iniciativa, sin embargo, presenta un serio problema estratégic­o para Sánchez: podría llegar a ganarla.

La moción de censura es ahora la gran baza de Pedro Sánchez, con un problema: podría ganarla

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