La burocracia asfixia la investigación en el gran laboratorio solar de Almería
España, en riesgo de devolver fondos de la UE porque las normas bloquean su uso
La burocracia asfixia la investigación en la Plataforma Solar de Almería (PSA), considerada el más importante laboratorio mundial para el estudio y la experimentación con energía solar. Los investigadores denuncian el bloqueo de su actividad, a consecuencia de unas normas administrativas que les dejan “maniatados” y les impiden ejecutar los presupuestos aprobados –y, en teoría, disponibles– enviados por la Comisión Europea para estas finalidades. Estos funcionarios dependen del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), adscrito al Ministerio de Economía.
“No podemos disponer de estos recursos porque las normas administrativas para gestionar y ejecutar estos fondos europeos lo hace imposible”, resume Eduardo Zarza, funcionario del Ciemat.
Los investigadores de la PSA se quejan de que desde enero del 2016 “se está aplicando un marco regulatorio incompatible con los proyectos europeos”. La consecuencia es la imposibilidad de emplear los fondos procedentes de la UE ya concedidos y un grave riesgo de que, si no son ejecutados, la UE reclame su devolución. Los 15 proyectos aprobados suman 6,8 millones de euros (en total, el Ciemat maneja en investigación 71,74 millones de euros).
Los cambios normativos impuestos desde el 2016 constriñen la
Las restricciones impiden contratar personas o comprar material, denuncian los funcionarios
gestión del centro, dificultan su labor y paralizan los proyectos. Estas normas fueron ideadas por el Ministerio de Hacienda para controlar el gasto en época de crisis y evitar posibles irregularidades contables. Pero en la práctica, el día a día del centro es un infierno de papeleos que impide contratar investigadores o adquirir material tecnológico. “Todo esto comporta un fuerte perjuicio y una enorme pérdida de credibilidad” , agrega Zarza. También existe el riesgo de que socios europeos dejen de colaborar con los investigadores españoles al aparecer como responsables de los retrasos.
Una de las situaciones más kafkianas tiene su origen en el hecho de que los fondos europeos son plurianuales, mientras que la normativa española aplica presupuestos anuales, “lo cual supone que a 1 de enero la cuenta se pone otra vez a cero”, añade Zarza. Los funcionarios podrían iniciar un procedimiento administrativo para obtener una excepción, pero esto les conduce a un trámite “largo y tedioso” sin visos de concluir en éxito.
Otro ejemplo de situación absurda: los investigadores del Ciemat para poder abonar una cuota anual de 350 euros a la Sociedad Solar Internacional deben seguir una cadena de trámites. Eso requiere un informe previo del Ministerio de Asuntos Exteriores, otros de Hacienda y, al final, la aprobación del Consejo de Ministros. Este año, los investigadores españoles aparecieron en la lista de morosos, al no llegar a tiempo a superar la burocracia.
“Es un error que las restricciones se apliquen tanto a las partidas procedentes de los Presupuestos del Estado, como a los ingresos externos, como son las subvenciones y ayudas de la UE. Porque estos últi- mos ingresos son finalistas; fueron aprobados por comité de expertos de evaluación internacional. No deben tener el mismo tratamiento”, dice Zarza. “Si no gastamos ese dinero, la UE nos pedirá su devolución. Por más que se lo hemos dicho al secretario de Estado de Presupuestos o al de Hacienda, no hay manera de que nos hagan caso. Parece no importarles”, añade. “Lo que está ocurriendo es una insensatez. Hacienda nos dice que entiende nuestras quejas pero que no puede hacer nada”, se lamenta.
Los proyectos que están en la picota se refieren a investigaciones sobre nuevos receptores para los captadores solares de alta temperaturas o nuevos componentes y montajes de prototipos. Otros organismos estatales (el Instituto Español de Oceanografía, el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Agroalimentaria o el Instituto de Tecnología Aeroespacial) padecen el mismo bloqueo. “No nos quedará más remedio que sentarnos en la mesa de trabajo y hacer trabajo con ordenador”, dice apesadumbrado Zarza.