Una ‘killer’ laboral escenifica el drama de los despidos
‘Corporate’ es el debut de Nicolas Silhol, con Céline Sallette y Lambert Wilson
Emile es fichada por su jefe, Stéphane, como jefa de recursos humanos de una gran empresa. Su misión es empujar a los empleados “sobrantes” a que se vayan sin derecho a indemnización. Es lo que en la jerga empresarial se llama killer o ejecutora. Un día, una de las víctimas de la dura Emile se tira de la terraza al patio delante de ella. Empieza entonces para ella un viaje psicológico, ético y en definitiva humano que la transformará por completo. Se trata de Corporate, opera prima de Nicolas Silhol con las interpretaciones de Céline Sallette (Emile) y Lambert Wilson (Stéphane).
La idea de la película surgió de lo que tanto Silhol como su coguionista Nicolas Fleureau habían aprendido en sus respectivos entornos acerca de las duras reconversiones realizadas en Francia al poco del estallar la crisis global. “Mi padre era consultor de recursos humanos, y el padre de Fleureau había hecho su carrera en France Télécom , donde entre los años 2008 y 2009 se suicidaron 60 a causa de los despidos”, comenta el realizador en entrevista telefónica con La Vanguardia.
“Cuando entramos a fondo en lo que allí se llamó ‘la gestión por el terror’, lo que más nos impactó fue la banalización del sufrimiento”, sigue Silhol . Se refiere a cómo ante el drama de F. Télécom llegó un momento en que la prensa contabilizaba los muertos “de manera inhumana”. El director general de la compañía, Didier Lombard, llegó a decir sin miramientos que había que “poner fin a esta moda del suicidio”.
Con el largometraje, Nicolas Silhol quiere incidir en la “responsabilidad individual” detrás de la fría decisión de despedir a una persona; sobre todo cuando, por la crisis en general y en casos como el de la cinta por razones añadidas de edad y problemas familiares, el despedido no tienen alternativa y se ve condenado al paro y el empobrecimiento.
El cineasta se propuso desde el primer momento –subraya– no dejarse llevar por la rabia ni hacer un planteamiento demasiado extremo. También tuvo que esmerarse para que su apuesta por Céline Sallette como actriz principal funcionara: “En la primera parte de la película –donde resulta un verdadero coco intratable–, ella tenía que apartarse del tipo de papeles que suele interpretar y de su propia personalidad como mujer expansiva y alegre que es”. Y, sin duda, la Emile contenida y opaca de esa primera mitad no tiene nada que ver con el ser humano de la segunda. Un viaje para bien, aunque no fácil.