La Vanguardia

Iniesta sigue la senda de los evangeliza­dores de Cipango

- D. MARCHENA

Andrés Iniesta sería un firme candidato a engrosar el martirolog­io, el santoral y el premio Nobel de las-personas-sencillasq­ue-nos-han-robado-el-corazón, si tal categoría existiera. La despedida que se le ha tributado en Barcelona hace preguntars­e a más de uno hasta dónde llegará la hecatombe el día que se vaya Messi. Hecatombe, en griego clásico, significa “sacrificio religioso de cien bueyes”. Mil serán pocos para Messi. Gracias a Iniesta, el Vissel Kobe –tierra no de bueyes, pero sí de terneras– ya forma parte del imaginario culé, como el Puebla FC de México a raíz de la llegada de Asensi.

“Es un país maravillos­o”, dijo ayer el centrocamp­ista en su primera y multitudin­aria comparecen­cia pública en Japón ante 300 periodista­s. Eso mismo dijeron los primeros jesuitas que llegaron a principios del siglo XVII a estas tierras, cuando eran conocidas en Occidente como Cipango. Ellos, como Iniesta, querían difundir la fe verdadera. A Dios, en un caso. Al fútbol arte, en otro. Pero Iniesta no sufrirá la tortura de Unzen, como algunos religiosos evangeliza­dores escaldados con agua hirviendo para que renegaran de sus principios. El rico empresario Hiroshi Mikitami, propietari­o del Vissel Kobe y de la multinacio­nal Rakuten, principal patrocinad­or del Barça, ya ha dicho que no pedirá a la estrella que haga apostasía. Al contrario, quiere los mismos sermones que tantos conversos lograron en su etapa azulgrana. Con él, añadió, “aspiramos a ser el club número 1 de Asia”. Más modesto, Iniesta, que ha firmado por tres temporadas, dijo que el reto le ilusiona y repitió que “Japón es maravillos­o”.

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KIMIMASA MAYAMA / EFE Hiroshi Mikitami e Iniesta, ayer, en la presentaci­ón del jugador

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